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Registro 1 de Sigyfor
Contemplas la figura delgada de un pequeño gnomo con ojos ambarinos, los cuales no para de moverlos hacia todos los lados. Su pelo es una cresta cobriza con las puntas chamuscadas en las cuales puedes observar restos de ceniza. Su rostro está surcado por pequeñas quemaduras, destacando una profunda marca en la nariz y alrededor de los ojos. El lóbulo de la oreja derecha está rajado, haciendo que se separen ambas partes al mover la cabeza. Al observar el resto de su cuerpo, no para de mover inquietamente las manos y los pies, como si entrenase sus movimientos y reacciones.
Que no te engañen las letras. -
Registro 2 de Sigyfor
Historia:
Mi nombre real es SigiloYFormulo, pero todos me llaman Sigyfor excepto mi familia que me dice Sigy. Nací el 15 de June del 123 Era 4ª en Ak’Anon. Recuerdo con nitidez mi nacimiento, pues los gnomos empezamos a desarrollar la inteligencia en el útero materno y es habitual que todos recordemos dicho acto.
Algunos gnomos estaban alrededor de nosotros tomando diferentes mediciones y notas sobre la máquina donde se alojaba mi madre. Una voz más chillona de lo normal animaba a mi madre con las contracciones y me ayudaba a salir. Por otra parte, mi padre no paraba de dar vueltas y agitar las manos nerviosamente.
Mi padre es un soldado medio, de los que patrullan los exteriores de la ciudad. Nunca fue alguien tan importante como mi madre, pero me enseñó el arte de usar las armas y la inteligencia en el combate, lo que muchas ocasiones supone la victoria o la muerte.
Mi madre, en cambio, es una reputada ilusionista, admirada y tratada con respeto por todos. Fue de ella de quien aprendí conocimientos arcanos básicos y el interés por los inventos. Aunque nunca lo expresé, me interesaban especialmente los inventos que me ayudaban con mis travesuras.
Mi infancia fue algo complicada. A grandes rasgos transcurrió como la de cualquier niño gnomo pero mientras que todos destacaban en algo, yo no destacaba en nada. Mi fuerte era saber de mucho y de nada a la vez.
Observaba con atención aquellos compatriotas que manipulaban la magia arcana a su antojo. Yo les intentaba imitar sin mucho éxito… muchas veces con resultados desastrosos que algún día os contaré.
En otros ratos, contemplaba a amigos que optaron por seguir una vida más física. Algunos en el sigilo y en el arte de matar rápido y eficaz. Otros, como mi padre, preferían un buen combate cuerpo a cuerpo.
Al final opté por tomar mi propio camino, usando todo lo que sabía de ambos mundos. Esto se materializó el día más doloroso de mi vida, día que jamás olvidaré. El día que me despedí de mis padres en busca de mi propia identidad.
Faltaban pocos días para mis 16 primaveras. Estuve largo tiempo meditando y ensayando lo que les iba a decir a mis padres, cosa que no sirvió para nada, pues los nervios me pudieron. Llegué a casa a mi hora habitual tras finalizar mis tareas con la comunidad. Recuerdo perfectamente la escena. Mi madre estaba de espaldas removiendo una olla con un olor apetitoso. Mi padre estaba sacando brillo a su armadura de guerrero. Y yo me situé en medio del salón sin hacer ningún ruido.
Al cabo de unos segundos que me parecieron eternos, pude carraspear y llamar sus atenciones.
– Hola Sigy. ¿Cómo te ha ido el día? – preguntaba mi madre como de costumbre.
– Hola cariño. Hoy tu madre está haciendo una sopa deliciosa – comentó mi padre sin dejar de dar brillo.
– Veréis… quiero deciros algo… – expresé con voz nerviosa.
Ambos dejaron sus haceres y me prestaron atención con una amplia sonrisa.
– Quiero deciros que…
Suspiré lo más profundo que me permitieron mis pulmones en mi cuerpecillo de 1,11 metros.
– Veréis… vosotros al igual que yo sabéis que no encajo en este sitio…
– Por lo que he tomado la decisión de buscar mi propio destino fuera de la montaña… – dije con lágrimas en los ojos.
Antes de que reaccionaran, añadí.
– Vendré a veros con frecuencia y os contaré todo de mis aventuras…
Ambos me miraron con ternura sin decir ni una palabra y nos fundimos en un fuerte abrazo con lágrimas y sollozos.
– Queremos que seas feliz Sigy – dijo mi madre.
Mi padre asintió enérgicamente.
– Estoy de acuerdo con tu madre. Solo queremos que seas feliz y si es la decisión que has tomado la respetamos.
– Pero por favor cumple con tu promesa y ven a vernos cada vez que puedas – finalizó mi padre.
No sé cuanto tiempo duró aquello, para mi fue eterno y lo más doloroso que haré jamás. Y aquí me encuentro ahora a las puertas de Ak’Anon en busca de forjarme a mi mismo.Rol:
SigiloYFormulo es observador y estudioso de todo lo que le rodea. Siempre lleva en su corazón a sus seres queridos, en especial a sus padres, por lo que visitará Ak’Anon cada vez que pueda. Simpático con aquellos nuevos compañeros de aventuras que le caen bien y con los seguidores de Eralie a los que no dudará prestar sus servicios en aquello que se ofrezca. Es ansioso buscando la mejor forma de combinar el mundo del sigilo con el mágico y los inventos gnómicos. Empatiza con aquellos gnomos que pasaron por la misma situación que él en Ak’Anon.
Objetivos:
Dominar por completo el arte del sigilo y la magia arcana.
Ayudar a Ak’Anon como uno más.
Ayudar a otros gnomos como él.
Encontrarse a si mismo.
Ser feliz con una vida llena de aventuras.Que no te engañen las letras. -
1. La clase de ventriloquía:
- Hoy empezaremos con la primera lección de la ventriloquía. Hechizo básico para cualquier ilusionista – comenzaba el profesor la clase.
Así comenzó un día cualquiera en la infancia de Sigyfor. Su clase no tenía nada de diferente a otras clases. Varias MesasQueSeElevan con SillasQueGiraSinFin repartidas a todo el ancho y largo de la habitación. En la pared de en frente se encontraba una PiedraParaEscribir donde el profesor apuntaba algunas notas.
Sigyfor se sentaba en la penúltima fila, siempre intentando no llamar la atención de nadie. Ese día vestía su habitual indumentaria. Era ropa sencilla, de la que se podía encontrar en cualquier momento en la sastrería de Ak’Anon, con algunos remiendos hechos por la madre y algunos hilillos sueltos. Constaba de unas botas, un pantalón y una camiseta. El único distintivo estaba en el pecho de la camiseta, que ponía «Sigyfor» bordado con hilos rojos.
En su MesaQueSeEleva, Sigyfor tan solo tenía un libro cerrado, llamado «Tomo de ilusión – Nivel básico».- Abrimos el libro por la página 4 – continuó el profesor.
Sigyfor fue de los últimos en abrir el libro, pero no perdió tiempo y comenzó al instante a leer mientras el profesor seguía hablando.
- Es un hechizo útil para despistar a nuestros enemigos, o para funciones de teatro – dijo el profesor.
- ¡O para gastar bromas! – gritó un alumno situado un par de filas más adelante de Sigyfor.
El profesor le señaló con su dedo calloso.
- ¡SiempreInterrumpo deja de interrumpir o serás el primero en hacer una demostración de ventriloquía a tus compañeros! – le recriminó el profesor.
SiempreInterrumpo era un alumno extrovertido y travieso, que siempre alteraba al profesor. Sigyfor no le conocía mucho, tan solo hablaron una vez en la entrada de la clase pero siempre sonreía para sus adentros cuando SiempreInterrumpo molestaba al profesor.
- Sigyfor, ¿Por favor podrías leer el primer epígrafe de la página 4? – le preguntó señalándole con el dedo calloso.
Sigyfor tragó saliva y asintió nerviosamente. Puso el dedo índice en la primera palabra y leyó.
- La ventriloquía fue creada por un poderoso ilusionista que se hacía llamar HabloConElVientre hace muchos años.
Sigyfor tomó aire y bajó el índice hasta la segunda línea.
- Consiste en que la voz del propio hechicero, la de otra persona o cualquier otro sonido similar, brote de algún lugar diferente que puede ser algo vivo o no.
- Además, alguien que domine la ilusión puede hacer hablar a su simulacro a distancia – finalizó Sigyfor.
- Muy bien Sigyfor – le felicitó el profesor.
- Hemos terminado por hoy la clase.
- Para mañana quiero que me traigáis todo lo que descubráis sobre HabloConElVientre.
- Cada uno expondrá lo que haya traído.
- La tarea puede ser en pareja o individual.
Todos recogieron sus escasas pertenencias y salieron en tromba. Sigyfor salió sin hablar con nadie intentando no llamar la atención como algunos de sus amigos que aprendían a moverse sigilosamente. En el exterior, Sigyfor quedó absorto al contemplar a una gnoma compañera de clase que se movía grácilmente con su pelo cobrizo. Al cabo de unos segundos, un fuerte bonk metálico le paró en seco.
Que no te engañen las letras. -
2. La tarea comunitaria:
Ak’Anon: Intersección Principal Esta es la plaza central de Ak’Anon, donde coinciden la mayoría de las calles. Cinco calles nacen desde esta intersección hacia diferentes direcciones, la mayoría son las calles principales de la ciudad. Un gran edificio se alza en la plaza, el Palacio de Ak’Anon. La fachada está construida en mármol, con numerosas columnas que lo sostienen. Unas escaleras ascienden hasta la entrada, una puerta de unos tres metros de alto -bastante grande en proporción al tamaño de los habitantes de esta ciudad-.
Varios gnomos se encontraban cuchicheando en la plaza central de Ak’Anon alrededor de lo que parecía un niño gnomo tirado en el suelo. Entre el tumulto destacaba un autómata metálico con forma humanoide al que se le reconocía por el nombre de Xzy0, construido por el gnomo JuntoPiezasYFunciona.
El niño comenzó a moverse ligeramente y por fin, pasados unos segundos, abrió los ojos aún aturdidos. Se le reconocía fácilmente ya que en su camiseta tenía bordado el nombre de «Sigyfor». Se llevó las manos a la cabeza con un gesto de dolor por el impacto recibido.
Todos los presentes, a excepción de Xzy0 que no paraba de emitir pitidos, callaron al ver que el muchacho reaccionaba. El que parecía más anciano se acercó y le observó con ojos bien abiertos.- ¿Estás bien Sigyfor? – comentó el hombre anciano mientras le extendía una mano para que se incorporara con su ayuda.
Sigyfor todavía sin saber bien que fue lo que sucedió, asintió todo lo que le permitió su limitado movimiento de cuello tumbado en el suelo. Al ver la mano del gnomo, Sigyfor la agarró y se ayudó a ponerse en pie.
- Si… creo que me encuentro bien. Solo me duele un poco la cabeza.
- ¿Que fue lo que ocurrió?
- Recuerdo estar viendo a una compañera de clase cuando de repente algo me golpeó…
Sigyfor se enrojeció al recordar la gnoma compañera de clase con ese pelo cobrizo tan lindo.
- Creemos que ibas despistado y tropezaste con Xzy0 – le contestó el gnomo.
En ese momento, Xzy0 emitió uno de sus típicos pitidos agudos en señal de afirmación.
Sigyfor sonrió tímidamente a los pocos segundos.- Si… creo que fue eso…
- Disculpe Xzy0. No sé en que iba pensando – se disculpó Sigyfor.
- Brrr… brrr… no preocuparte… biip… bep – sonó una voz robótica del interior de Xzy0.
Sigyfor miró alrededor, a todos los presentes a la cara.
- ¿Hay algo que pueda hacer para compensar el accidente? – dijo Sigyfor sin dirigirse a nadie en concreto.
Justo al instante, Xzy0 pareció procesar algunos datos internos y habló con su voz robótica.
- Inicio de las directrices para el ER …Brrrr… UL A 02 O.
- Objetivo del ER: Limpieza y Desinfección de Bip! Beeeep! Bip! la Localización. Bep.
- Cantidad para el …Beeeeep… éxito del ER: 10. Biip Bep.
- Localización del ¡Thsss … Thsss! ER: Túnel subterráneo bajo la ciudad de Bip! Beeeep! Bip! Ak’Anon
- ¡Thsss … Thsss! Objeto destacado del ER: PaloParaLimpiarAcumulacionesDePolvo. Bip Bip.
En ese momento, Xzy0 sacó de su interior un PaloParaLimpiarAcumulacionesDePolvo y se lo ofreció a Sigyfor, el cual lo aceptó con resignación.
- Aunque … realmente no es más que una alargada vara de madera a la cual le han colocado mechones de cerdas de esparto atados entre sí, es un artilugio muy eficaz para realizar el trabajo para el que fue ideado: «limpiar el tunel» de todo el polvo y la suciedad que se ha acumulado en las esquinas.
- Esto me pasa por bocazas… – pensaba Sigyfor observando el artilugio.
Con un suspiro, Sigyfor se despidió de todos con la mano libre y una media sonrisa.
- ¡Limpiemos el túnel pues!
El camino hasta el túnel le llevó un rato. Sigyfor aprovechó para intentar practicar moverse en silencio sin mucho éxito. Durante todo el camino no dejó de pensar en su compañera de clase lo que le distraía de su entrenamiento. También ocupaba una pequeña parte de sus pensamientos la tarea impuesta por el profesor para el día siguiente, lo que le llevaba a la conclusión lógica de que tendría que terminar pronto de limpiar el túnel o no le daría tiempo suficiente. Pensar donde encontraría información sobre HabloConElVientre ya le supondría un buen tiempo.
Estuvo un buen rato sumergido en sus pensamientos, sin darse cuenta que estaba en la entrada del túnel subterráneo. Un sonido lejano le sacó de su ensimismamiento y, tras parpadear un par de veces, se dio cuenta de la entrada.
Con el PaloParaLimpiarAcumulacionesDePolvo en ristre, por fin bajó al túnel.Túnel Subterráneo Caminas a través del interior de un túnel excavado por la necesidad de unir ciertas zonas de la ciudad que naturalmente no estaban conectadas o simplemente los gnomos querían acortar algunos caminos. Este lugar tiene una limpieza descuidada, lo que ha provocado que se críen insectos y otro tipo de animales de cloaca. Un olor fuerte a podredumbre llega del suelo del túnel, seguramente la porquería acumulada ha hecho que esto se llene de bacterias infecciosas.
La luz se filtraba tenuemente desde la entrada. Era suficiente para la tarea que le había encomendado Xzy0 aunque un poco más de luz no le hubiera venido mal. No obstante, Sigyfor controlaba poco la magia todavía y no tenía una antorcha a mano, así que tuvo que apañarse con la poca luz que entraba del exterior.
Había un olor a podredumbre que ascendía del suelo por toda la porquería acumulada, de las cuales salían por doquier cucarachas y otros animales de cloacas.
Sigyfor, con la mano libre, cogió el cuello de su camisa y lo levantó a la vez que bajaba su nariz y la metía debajo de la camiseta para poder camuflar un poco el apestoso olor. Finalmente, con un gruñido sordo, agarró el PaloParaLimpiarAcumulacionesDePolvo con las dos manos y empezó a barrer la suciedad.
Perdió la noción del tiempo allí abajo en el túnel. Cuando terminó y pudo salir al exterior, sabía que se le hizo tarde porque le llegaba el olor de la cena preparándose. Su ropa se había ensuciado un poco, lo que le supondría una pequeña regañina de su madre pero Sigyfor esperaba que fuese comprensiva cuando le diera la explicación del accidente y el servicio realizado a la comunidad.
El camino de vuelta le llevó más tiempo que el de ida. Arrastraba un poco los pies por el cansancio y caminaba encorvado, con una expresión triste y cansada. Xzy0 no dijo nada al verlo, tan solo abrió el compartimento de su cuerpo metálico y Sigyfor introdujo el PaloParaLimpiarAcumulacionesDePolvo también en silencio.
Derrotado llegó a casa. Sin embargo, antes de tocar en la puerta reflexionó sobre su vida, sobre quién era, sobre lo que no era, sobre lo que quería, y por supuesto, sobre su familia.
Amaba a sus padres y a sus amigos pero algo en su interior le decía que Ak’Anon no iba a ser su futuro. Alejando los pensamientos con un movimiento de cabeza, cabizbajo dio el último paso hasta la puerta y tocó.Que no te engañen las letras. -
3. Amor, comprensión, padres:
Dentro de la casa se podía oír el burbujear de la olla y el de un trapo limpiando con mimo una armadura, cuando otro sonido proveniente del exterior irrumpió en la estancia.
Toc, toc.- Debe ser Sigyfor – comentó el hombre gnomo que limpiaba la armadura.
- Ve a abrir tú por favor que yo estoy con las manos sucias preparando la cena – dijo la mujer gnoma en otra parte de la casa.
El hombre dejó la armadura a un lado en el suelo y, acercándose a la puerta, vio por una diminuta rendija de quien se trataba. Con una amplia sonrisa abrió la puerta pero se le difuminó la sonrisa de inmediato.
- ¿Qué te ha pasado cariño? – medio gritó medio preguntó el gnomo.
- Vienes sucio… y hueles mal – dijo mientras se tapaba la nariz con el dedo índice y pulgar.
Sigyfor agachó más aún la cabeza. Sentía una mezcla de sentimientos en su interior que no sabía identificar correctamente, fue más complicado de lo que pensó en el trayecto. Pudo armarse de valor por un segundo y logró articular algunas palabras.
- Yo… yo… lo siento, padre – dijo con voz triste y cansada.
- Pasa, pasa. Primero dúchate y ahora nos cuentas con tranquilidad lo sucedido – dijo el padre mientras hacía un gesto con el brazo indicando que pasara.
Sigyfor fue directo a la ducha cabizbajo. La ducha consistía en un cuadrado metálico con un agujero en el suelo tapado por un pegote de masa elástica. Los gnomos le llamaban CajaMetálicaParaMojarse y el pegote de masa le llamaban PegoteQueImpideElAgua. Al quitar el pegote, el agua iba a parar a los jardines de la casa, regando así las plantas y aprovechando el agua. El agua caliente se calentaba en la cocina mediante una pequeña hoguera, la que también servía para cocinar. El resto del cuarto constaba de dos simples armarios, sin puertas, con varias baldosas donde se colocaban las TelasParaSecarse, la ropa limpia y la olla con el agua caliente. También había un pequeño taburete en el otro lado para sentarse.
Sigyfor dejó la ropa sucia en una de las baldosas de los armarios, lo más lejos posible de la ropa limpia la cual le traía justo la madre en ese momento. De espaldas, Sigyfor no pudo ver su rostro pero algo le decía que la madre estaba preocupada y triste.- Mi vida, aquí te dejo la ropa limpia – dijo colocando la ropa en una baldosa.
- Te traigo en seguida un par de ollas con agua caliente.
- Gracias mamá – dijo Sigyfor sin darse la vuelta.
Al escuchar el golpecillo de la puerta, Sigyfor se introdujo lentamente en la CajaMetálicaParaDucharse. Notó el frío metal en las plantas de sus pies pero en ese momento no le importaba en absoluto. Otros gnomos más versados en la magia hubiera invocado una llama que no quemaba pero daba calor. Sigyfor no tenía ese poder, pensamiento que le hizo sentirse un poco más triste.
Seguía de espaldas cuando la madre le trajo las prometidas dos ollas con agua caliente.- Sigy, te dejo las ollas. Voy a calentar otra más. Vengo en seguida, no tardo.
Sigyfor extendió el brazo derecho y agarró una de las ollas. Como si de un ritual se tratase, levantó la olla por encima de su cabeza y se volcó encima todo el agua caliente. Mientras Sigyfor se frotaba con la PiedraDeLimpieza la madre le trajo una tercera olla pero esta vez nadie dijo nada.
Por fin, después de unos interminables minutos para Sigyfor, se reunieron los tres en la mesa del salón con la cena servida y aún humeante. Era una cena sencilla, un poco de carne salada con diversas especias. Los padres miraban a través de la humeante cena a Sigyfor con cara de amor y comprensión.- Veréis… he tenido un accidente hoy al salir de clase… – susurró Sigyfor.
- Estaba viendo algo cuando algo me dio un golpe en la cabeza.
- Mejor dicho… yo me di el golpe con esa cosa, no la cosa conmigo.
- Era Xzy0… y quedé un poco inconsciente en el suelo.
Los padres escuchaban con gran atención todavía sin que nadie probase la carne.
- Al volver en mí, me rodeaban algunos gnomos y Xzy0.
- Me sentía mal por lo ocasionado… así que pregunté como podía compensarlo…
- y Xzy0 me dio un PaloParaLimpiarAcumulacionesDePolvo y… y… y me dijo que fuese a limpiar los túneles subterráneos – dijo entrecortadamente Sigyfor.
Los padres asintieron comprensivamente.
- Por eso llegué un poco tarde y sucio.
- Y tenía que averiguar algo sobre HabloConElVientre para mañana pero ya no creo que me de tiempo.
- Es tarde y me encuentro cansado…
- No te preocupes cariño – dijo el padre.
- Tu madre puede contarte algo sobre HabloConElVientre y sobre la ventriloquía antes de irnos a dormir.
- Estoy orgulloso de ti por haber colaborado con la comunidad para arreglar el accidente.
- Seguro que el profesor también lo comprende si no llevas mucha información sobre HabloConElVientre – finalizó el padre con media sonrisa.
La madre asentía a cada frase del padre.
- Por supuesto mi vida – continuó la madre.
- Primero cenamos y luego hablamos de lo que necesites.
- No te preocupes por nada, lo importante es que estás bien – terminó la madre con otra media sonrisa como la del padre.
Sigyfor agradeció en voz alta el gran amor de su familia. Sabía que allá donde fuese, sus padres irían con él en su corazón y mente, incluso cuando el paso del tiempo haga su efecto inevitable.
Los tres charlaron largo y tendido sobre la ventriloquía y HabloConElVientre antes de acostarse. Sigyfor no sabía cuanto quedaba de noche pero no hubo noche en la que descansara mejor, al sentir el amor y comprensión procesado por todos esa noche.
Mañana será otro día.
Siempre mañana es otro día…Que no te engañen las letras. -
4. La niña de pelo cobrizo:
Sigyfor se despertó con el olor a desayuno recién hecho. Se frotó los ojos, aún cerrados, y se estiró en la cama. Sus manos golpearon con el cabecero de madera pero a Sigyfor no le importó.
La habitación era simple. Constaba de una cama, un poco pequeña ya para Sigyfor, un escritorio con una SillaQueGiraSinFin, un armario de madera y una ventana con cortinas a juego con las sábanas.
Sigyfor se levantó tranquilo tras la buena actitud de sus padres la noche anterior. Se vistió igualmente tranquilo, sin prisas, hoy esperaba que el día fuese mejor. La ropa era más llamativa que la del día anterior. Una camiseta roja con una «S» en el pecho de color verde y unos pantalones a cuadros de los mismos colores, rojos y verdes. Los zapatos eran negros, un poco desgastados y sucios pero es que solo tenía un par, no tenía otros de repuesto.
En el desayuno estuvieron repasando lo que hablaron de HabloConElVientre.- Buenos días perezoso – dijo la madre alegremente, llevando el desayuno a la mesa.
- Buenos días mamá – dijo Sigyfor aun con voz de dormido.
- ¿Mamá?
- ¿Sí Sigy?
- ¿Podríamos repasar sobre HabloConElVientre mientras desayunamos? no estoy seguro de recordarlo todo…
- Si, claro. Por supuesto – dijo la madre poniendo el desayuno en la mesa del salón.
- ¿Qué recuerdas?
Sigyfor empezó su desayuno. Unas rebanadas de pan tostado con mantequilla y miel y una taza de leche caliente con trozos de chocolate que se derretían.
- HabloConElVientre fue un gnomo de una época pasada que consiguió hacer que su voz, el de otra persona o un sonido similar brotase de otra parte que podía ser viva o no.
- Le llevó muchos años refinar el hechizo, nadie sabe cuantos exactamente. Pero pasó gran tiempo entre libros y pergaminos de la torre de ilusión, en la cima de la montaña.
- Cuando lo consiguió, dejó asombrado a toda Eirea. Lo usaba para confudnir a sus enemigos y hacerles creer que se encontraba en otra parte cambiando la procedencia de su voz.
- También lo usó en teatros haciendo que un muñeco normal y corriente pareciese que hablaba…
La madre asintió satisfecha.
- ¿Recuerdas las palabras del hechizo y los gestos?
Sigyfor bajó la comisura de los labios y negó ligeramente.
- Es venti olabae, pero no te preocupes. Lo estudiaréis en clase, hoy o a lo sumo tardar mañana – dijo sonriendo.
- Y los gestos de las manos, y la concentración… poco a poco lo aprenderás Sigy – finalizó la madre.
Sigyfor terminó el desayuno y salió a toda prisa. Se levantó tan tranquilo que se le hacía un poco tarde llegar a tiempo a clase. Antes de entrar, en la puerta, vio entre la multitud de niños gnomos a SiempreInterrumpo y a la niña gnoma que vio al salir de clase el día anterior.
La niña tenía el pelo largo y rizado de color cobrizo. Tenía la misma edad de Sigyfor, aunque él era unos centímetros un poco más alto. Los ojos eran grandes y nerviosos, nunca los dejaba quietos, de color turquesa con unas pestañas largas del mismo color que el pelo. Unas pecas le marcaban las mejillas, lo que a ojos de Sigyfor, le hacía ser bella. No era la alumna más brillante pero de lejos superaba a Sigyfor en la magia.
Él intentó acercarse a ella, pero un grupo de gnomos pasaron entre ambos a toda prisa dirección al interior. Sigyfor casi cae de culo, sin embargo, pudo echarse atrás a tiempo y quedó en un leve empujón. Por fin, justo en el marco de la puerta se puso a su lado.- Buenos días PecasAlegres – dijo tímidamente Sigyfor.
- Buenos días Sigyfor – respondió ella con una leve sonrisa.
- Oye… ¿tienes pareja para la tarea de HabloConElVientre?
PecasAlegres chasqueó la lengua y negó con la cabeza, haciendo que algunos rizos le taparan la cara.
- ¿Y tú?
- No he tenido tiempo apenas de preparar la tarea… menos de buscar un compañero… – dijo Sigyfor poniéndose colorado.
- ¿Te… te… te parece si nos ponemos juntos? – susurró Sigyfor.
- ¡Sí! – exclamó alegremente PecasAlegres.
Sigyfor no cabía de gozo en su interior. No sabía definir con exactitud sus sentimientos pero se sentía contento.
Se pusieron juntos en la clase. Antes de la llegada del profesor pusieron en común lo que habían averiguado de HabloConElVientre y Sigyfor pensó que podría ser suficiente.
La clase transcurrió normal. Parece que nadie se había enterado del accidente de Sigyfor porque no vio nada extraño en nadie. Expusieron de forma individual algunos, otros por parejas, lo investigado de HabloConElVientre. Sigyfor no dejaba de mirar de reojo a PecasAlegres y cada vez que la veía un cosquilleo sentía en el estómago. Durante unos segundos pensó si era eso lo que se sentía al usar la ventriloquía con éxito.
Al finalizar la clase el profesor explicó que al día siguiente pondrían en práctica la ventriloquía, así que tocaba repasar esa tarde. Sigyfor en la puerta de la escuela, todavía al lado de PecasAlegres le dijo:- PecasAlegres… ¿te apetece hacer algo esta tarde? Repasar o lo que quieras…
- Sí, me encantaría – dijo ella con una amplia sonrisa.
- ¡Genial! Voy a buscarte después de comer a tu casa.
Al llegar a la plaza, se despidieron y cada uno fue a su casa sumergido en sus propios pensamientos. Sigyfor se sentía nervioso, con unas sensaciones jamás antes experimentadas. Por un lado quería que llegase ya la hora pero por otro lado le daba miedo. Con todo ello, llegó a su casa, pensando que sucedería a la tarde…
Que no te engañen las letras. -
5. La tienda de magia:
La niña gnoma llegó a casa contenta por la mañana junto a Sigyfor. En la clase, PecasAlegres hizo un sencillo hechizo que simulaba mirar al profesor cuando realmente miraba a Sigyfor, así no se dio cuenta que le miraba atentamente. En la comida estuvo un poco absorta pensando que se pondría para la tarde con su compañero de clase.
Sigyfor, por su parte, también llegó contento a casa. Se sintió cómodo en clase. No se daba cuenta, pero PecasAlegres no salía de sus pensamientos. Tanto fue así, que casi vuelve a tropezar con Xzy0 plantado en mitad de la plaza. Con un suspiro profundo, retomó el camino a casa donde le esperaba su madre.- ¿Mamá? Ya estoy en casa – dijo de pie en la puerta.
- Bienvenido Sigy. ¿Cómo te ha ido el día? – gritó la madre desde la cocina.
- Muy bien. Me puse de compañero con PecasAlegres para el trabajo de HabloConElVientre. ¿Te acuerdas de ella?
- ¿Cómo olvidar a esa niña? ¡Si el padre es compañero mío del trabajo! – dijo la madre entre risitas.
- Hablando de padre. ¿Dónde está el mío? – dijo Sigyfor entrando en la cocina aún con la mochila en la espalda.
- Todavía no ha llegado. Parece que se retrasó en el trabajo ¿Te parece que comamos nosotros mientras?
- Vale… que después de comer me tengo que arreglar…
- ¿A dónde vas con tanta prisa?
- He quedado con PecasAlegres para pasar la tarde – se ruborizó Sigyfor.
- Pues no se hable más que esto está listo. ¡Hoy toca estofado de ciervo!
La comida fue tranquila, aunque la madre no dejaba de mirar a su hijo con una sonrisa que solo las madres saben hacer cuando intuyen algo bueno. Como de costumbre, Sigyfor seguía sumergido en sus pensamientos y no se dio cuenta de absolutamente nada.
Sigyfor se puso una camiseta lisa de color azul y unos pantalones con un azul más claro tirando al celeste. No era ropa muy nueva, pero no tenían dinero para más. Limpió un poco los zapatos desgastados y dando un par de taconeos se los ajustó al pie.
Al poco, Sigyfor se encontraba llamando en la puerta de PecasAlegres. Ella vivía un par de calles más allá, no muy lejos, pero a pesar de ser medio vecinos solo se veían en clase. Era la primera vez que quedaban fuera del colegio. Sigyfor no paraba de mover los pies y las manos nerviosamente mientras contemplaba la casa. Todas las casas gnómicas se parecían mucho pero la de PecasAlegres tenía en las dos ventanas unas plantas trepadoras con flores blancas que le daban un aspecto peculiar.
PecasAlegres Salió de casa con una amplia sonrisa en el rostro. Saludó a Sigyfor desde la puerta con la mano y bajó los tres escalones de la entrada con unos pequeños saltitos.- Hola Pecas – Sigyfor con voz entre tímida y alegre.
- Hola Sigy – PecasAlegres sin dejar su amplia sonrisa.
- ¿Qué te apetece hacer?
- Mmm… ¿Vamos a la tienda de magia a ver qué encontramos?
- Si quieres… vamos – dijo Sigyfor con voz poco entusiasta deseando que no tuviera que hacer nada de magia o ambos podrían salir muy mal.
En el paseo estuvieron hablando de sus cosas más allá de las clases. PecasAlegres era simpática y abierta con Sigyfor, contando cosas en confianza. Sigyfor aprendió que PecasAlegres no tenía muchos amigos a pesar de su popularidad en el colegio. Le iba bien en la magia de la ilusión pero no tan bien en otro tipo de magia por eso estudiaba mucho todos los días. Sus padres eran algo exigentes en todos los aspectos. Tenía que sacar buena nota, tenía que colaborar en casa, y tenía que aprender a fabricar inventos de gnomos que le doblaban la edad. A pesar de todo, PecasAlegres era feliz con su vida. Sigyfor sintió envidia sana. A él solo le iba bien en casa, era un poco desastre en el colegio y tampoco tenía muchos amigos.
Tienda de Magia Debido a la gran pasión de los gnomos por la magia, y sobretodo por el ilusionismo, una tienda dedicada a este arte no podía faltar en su ciudad. Y la verdad es que el negocio no va nada mal, son muchos los pergaminos y objetos mágicos que se venden al cabo del día.
Ambos entraron sonrientes a la vez a la tienda de magia. El tendero estaba de espaldas con un montón de pergaminos en su regazo. Sigyfor y PecasAlegres desde el centro echaron un vistazo rápido a la cantidad ingente de pergaminos colocados en las estanterías. Todos tenían una etiqueta que los identificaba sin necesidad de abrirlos. El olor a pergamino nuevo y tinta abrumaba a Sigyfor pero PecasAlegres parecía como si estuviera en casa.
El tendero, tras terminar de colocar unos pergaminos en la estantería que tenía en frente, se giró y les saludó afablemente.- Hola, hola. ¿En qué puedo ayudaros pequeños aprendices?
- Mmm… ¿Tenéis algo de nivel básico nivel 2? – respondió PecasAlegres.
El tendero asintió alegremente y se puso a rebuscar en la estantería que le quedaba a la derecha. Los niños gnomos siguieron curioseando la tienda con los ojos sin moverse del sitio.
- ¡Ajá! – exclamó el tendero. Se giró y puso varios pergaminos en el mostrador aún enrollados.
Los niños alzaron la vista curiosos de los pergaminos que el tendero les mostraba.
- Mirad chicos, tengo estos 4. Este es de ceguera… este espejismo… este insensibilidad… y este último es de sordera – fue señalando uno a uno.
Los jóvenes gnomos se miraron entre sí y parecieron murmurar algo. Al final PecasAlegres tomó la palabra.
- Nos quedamos con el de insensibilidad – señaló PecasAlegres al tercer pergamino empezando por la izquierda.
El tendero asintió y colocó los otros 3 pergaminos en su lugar. Sigyfor agarró su bolsa de monedas y contaba unos platinos pero PecasAlegres fue más rápida y le pagó antes de que Sigyfor se diera cuenta.
Asombrado, Sigyfor quedó con la boca abierta con la bolsa en la mano derecha.- No… no… no hacía falta que lo compraras tú – farfulló todavía con la bolsa en la mano.
- Calla tonto. No hay discusión que valga.
- Pe… pero podríamos haberlo pagado a medias…
- Luego lo discutimos Sigy – dijo PecasAlegres entre risitas.
PecasAlegres guardó el pergamino enrollado en su mochila y se pusieron a dar un paseo tranquilo por el resto del mercado. Visitaron la herboristería donde compraron algunas plantas medicinales. Pasaron por la herrería por curiosidad. Y, finalmente, compraron unas ropas de color negro en la sastrería.
Ak’Anon: Intersección Principal Esta es la plaza central de Ak’Anon, donde coinciden la mayoría de las calles. Cinco calles nacen desde esta intersección hacia diferentes direcciones, la mayoría son las calles principales de la ciudad. Un gran edificio se alza en la plaza, el Palacio de Ak’Anon. La fachada está construida en mármol, con numerosas columnas que lo sostienen. Unas escaleras ascienden hasta la entrada, una puerta de unos tres metros de alto -bastante grande en proporción al tamaño de los habitantes de esta ciudad-.
De vuelta en la plaza central, se sentaron juntos en un lateral del primer escalón de acceso al palacio. PecasAlegres, sin dejar su sonrisa, extrajo el pergamino de insensibilidad, le quitó el lazo y lo abrió con sumo cuidado.
- Creo que no es complicado este hechizo Sigyfor…
- A ver, déjame que lo vea.
PecasAlegres le pasó el pergamino extendido y no dejó de observar con ojos muy abiertos a Sigyfor. Sigyfor movía los labios leyendo el pergamino.
- ¿Quieres intentar formularlo? – dijo PecasAlegres detrás del pergamino.
- Mmm… no sé si podría… titubeó Sigyfor.
- ¡Sí! ¡Seguro que puedes! Además estoy yo para echarte una mano.
Sigyfor suspiró profundamente y repasó atentamente palabra por palabra, memorizando cada detalle por mínimo que fuese. Tomando aire, se puso en pie con el pergamino extendido.
- ¿Estás segura?
- ¡Sí! Nunca te he visto hacer magia en clase y me gustaría verte…
Sigyfor se concentró lo más que pudo.
- ¡niks sensibielen!
El pergamino se consumió en las manos de Sigyfor con un fuego de color anaranjado y las cenizas cayeron sobre su cresta cobriza manchándole toda la cabeza. Sigyfor quedó de pie atónito con las manos extendidas como si todavía sujetase el pergamino. PecasAlegres quedó tan atónita como Sigyfor sentada en el escalón.
Sigyfor parpadeó un par de veces y bajó los brazos con un leve suspiro. Sus manos también quedaron manchadas de ceniza. Sin darse la vuelta hacia la chica, dijo:- ¿Entiendes ya por qué no hago magia en clase? – sollozó Sigyfor.
- Sí… pudo susurrar la gnoma.
- Creo que será mejor que vuelva a casa… – dijo Sigyfor mirándose la ropa cenicienta.
- Lo siento mucho de verdad… podrías haberme dicho que…
- ¿Decirte qué? ¿Que no se me da bien la magia? ¿Que no se me da bien nada? – dijo iracundo.
Sigyfor con un gruñido ronco se alejó de la plaza. PecasAlegres se quedó sentada sin poder decir nada con una expresión indescifrable.
- ¿Mamá? Estoy en casa… – dijo Sigyfor desde la puerta abierta de la entrada.
- Sigy cariño… ¿Pero que te ha pasado? – preguntó la madre con cara de sorpresa.
- He tenido un accidente con un pergamino… – suspiró Sigyfor.
- Ve a ducharte y luego me cuentas… creo que tenemos que salir de casa de inmediato…
- ¿Por qué? ¿Sucede algo?
- Tu padre no regresó del trabajo todavía y mira la hora que es…
Que no te engañen las letras. -
6. En el palacio de Ak’Anon:
Sigyfor, todo lleno de cenizas, fue directo a la CajaMetálicaParaMojarse para arreglarse lo más pronto posible. La ropa sucia la dejó en una esquina hecha un ovillo para no ensuciar las baldosas del armario. Al instante, la madre le traía un par de ollas con agua caliente y Sigyfor comenzó de inmediato a quitarse la ceniza antes de que se enfriara el agua.
El enfado por el accidente en la plaza había desaparecido. Ahora se sentía entre triste y preocupado, pensando especialmente en su padre. Le dolía la cabeza pero no le retrasó ni un segundo.
Después de 15 minutos, Sigyfor se encontraba vestido y preparado en la puerta de la casa junto a su madre. Volvió a ponerse su camiseta con el nombre «Sigyfor» bordado a mano.
– Mamá, ¿A dónde vamos a buscarle?
– Mmm… vayamos al palacio, a hablar con su jefe. Es el sitio más lógico donde se me ocurre que podríamos obtener algo de información.
– Me parece correcto. Tiene sentido – dijo Sigyfor asintiendo una vez.
Caminaron a paso ligero hasta el palacio de Ak’Anon. Sigyfor recordó el accidente de esa tarde al contemplar las escaleras, ahora vacías. Aún podía verse restos de ceniza en el suelo. Alejó los pensamientos con un movimiento de cabeza.Palacio de Ak’Anon: Entrada Te encuentras en el hall del Palacio de Ak’Anon, sin duda el edificio más grande de toda la ciudad subterránea. Es una sala de vastas dimensiones y con una cúpula en el centro que debe traspasar la misma corteza de la montaña, pues la luz de la que se alimenta el Palacio entra por ahí. El suelo es de mármol, con un dibujo situado justo en el centro: una rueda dentada.
Entraron ambos de la mano, sintiendo una fuerza centrífuga succionadora pero no ocurrió nada, como de costumbre. En la entrada se encontraban los dos guardias mecánicos que custodiaban el palacio. Eran dos autómatas con forma humanoide, no mucho más alto que un gnomo. Se movían de forma artificial pero coherentemente, alimentados por baterías. Los guardias mecánicos les saludaron con sus voces robóticas.
– Bip bip. ¡Saludos a los dos!
– Saludos. ¿Está el jefe de la seguridad de Ak’Anon? – preguntó la madre.
– Bip. Si, por allí. Bip bip -señalaron los guardias la puerta del noroeste.
Sigyfor entró detrás de la madre, contemplando por primera vez aquella parte del palacio. Habían varios gnomos trabajando en un caos de papeles, cachivaches y gritos. La madre se dirigió a un gnomo mayor, con algunas arrugas y pelo blanco. Vestía ropa normal de la sastrería pero lo que le hacía diferente era las tres medallas que tenía colgadas en el peto de Urlom y un par de relucientes floretes envainados en la cintura.
– Buenas casi noches, SeguridadTodoElDia – dijo la madre con una leve inclinación de cabeza.
– Bienvenida bella gnoma. SeguridadTodoElDia para serviros – respondió el gnomo con otra inclinación de cabeza.
– Veréis buen gnomo. Busco a mi marido. Él trabaja en la seguridad de Ak’Anon, generalmente patrullando los exteriores. Debería haber venido a casa para la hora de la comida y mira que alturas de día es y no tenemos noticias de él. Me preocupa que le haya sucedido algo grave. Pensamos que usted, su jefe, podríais decirnos algo.
– Mmm… sí… – dijo el gnomo arrascándose la cabeza con la mano derecha. Esta mañana hemos recibido a un soldado herido…
– ¿Está bien? – interrumpió la madre con voz alterada.
– Sí, sí… eso parece. No ha sido grave. Solo un encontronazo con un pillo un poco borracho.
– ¿Dónde se encuentra entonces?
– Acompañadme, está en la enfermería del palacio aguardando a que el médico termine de examinarlo y curarlo – dijo el gnomo haciendo una reverencia mientras indicaba con la mano la puerta.
Tras pocos pasos, los tres gnomos se encontraban en la puerta de la enfermería algo impacientes.
Toc, toc. Llamó a la puerta el jefe de seguridad. Se oyó un murmullo y unos ruidos desde el interior y, con un crujido, el médico abrió la puerta observándoles. Un gnomo de edad no muy avanzada, vestido con una túnica blanca y unos inventos colgados al cuello.
– Buenas. CuroHeridas para servirles.
– Buenas CuroHeridas. A mí ya me conoces. Y estos son la mujer y el hijo de a quien te trajimos esta mañana herido. – dijo SeguridadTodoElDia señalándoles.
El médico les miró con ojos abiertos y levantó la comisura de los labios.
– Pasad, por favor. Él ya se encuentra bien del todo. Estaba a punto de darle el alta.
Pasaron al interior y la familia se reunió en un fuerte abrazo. El padre tenía una venda en el hombro izquierdo y unas magulladuras en las manos y la frente pero tenía buen aspecto.
– ¡Padre! ¿Qué te ha pasado? Estábamos muy preocupados – dijo Sigyfor sin soltarse del abrazo.
– Siento mucho no haberos avisado. Vine corriendo al palacio y antes de que pudiera decirle a alguien que os enviase un mensaje me encerraron aquí en la enfermería. Pero no os preocupéis, me encuentro bien. CuroHeridas dice que en una semana tendré el hombro perfectamente – finalizó moviendo el hombro en círculos.
– Pero ¿Qué sucedió amor? Es la primera vez que te hieren… – dijo la madre en un suspiro.
– Patrullaba cerca de la entrada, más cerca de la Cantina ‘El Barriga’ que de la puerta de entrada. Me distraje viendo unas marcas en la pared cuando un pillo sigiloso medio borracho me atacó por sorpresa. Afortunadamente mis reflejos actuaron rápido y evité lo peor. Su puñal se clavó un poco en mi hombro pero nada grave. Le esgrimí sus ataques con mis floretes y pude reducirlo y vine aquí de inmediato.
Sigyfor y madre suspiraron profundamente de alivio. CuroHeridas y SeguridadTodoElDia seguían hablando de sus cosas a unos metros de ellos.
– ¿Y qué pasó con el pillo? – preguntó Sigyfor interesado.
– Avisé a mi jefe, el que está aquí con nosotros, y mandó a otro soldado para arrestarlo. Quedó tirado en el suelo balbuceando palabras inconexas. Ahora creo que se encuentra en la cárcel pero eso a mí ya no me importa. Quién sabe que podría haber sucedido si ataca a un pobre inocente…
– Bueno, volvamos a casa. Es tarde y debemos de cenar. ¡Te haré tu plato favorito! – dijo alegremente la madre.
De vuelta en casa, Sigyfor se quedó en el salón sentado al lado de su padre mientras la madre preparaba la cena en la cocina. Sigyfor le relató lo bien que empezó el día en clase y lo mal que acabó la tarde en la plaza. Sin duda, el padre no le importó mucho, sabía que Sigy nunca dominaría tan bien la magia como su madre. Pero no le importaba, era su hijo y siempre lo sería con sus virtudes y defectos.
La cena constó de unas albóndigas con unas patatas fritas y un buen vino de Veleiron que guardaban para ocasiones especiales. Sin duda esa noche lo era, el padre de Sigyfor estaba bien y no se podía pedir más.
Todos se acostaron pronto, un día largo sin duda. Sigyfor, acostado en la cama, pensaba en la mañana siguiente. ¿Cómo estaría PecasAlegres con él? ¿Bien? ¿Mal? ¿Indiferente? Por otra parte no practicó nada de la ventriloquia y eso le aterraba. No quería hacer el ridículo en clase así que tenía que pensar algo durante la noche…Que no te engañen las letras.
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