Inicio › Foros › Historias y gestas › Takome, bastión del bien.
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Había sido un viaje de tres jornadas, pero al fin Nirrug había llegado a Takome, la capital del reino. Aquella ciudad superaba todo lo que había oído en el Claro de Nyathor. Las construcciones de piedra y sus calles, formaban un laberinto por el que apenas el druida sabía moverse . Tras consultar sus notas, al fin había llegado a la herrería, donde debía recoger un encargo a nombre del Gran Druida de los Nyathor.
“Herrería de Takome.
Se trata de un gran almacén dotado de una enorme forja, en la que se trabaja
continuamente. El calor es intenso, y el repicar de los metales bastante molesto. Hay
un pequeño mostrador de madera donde se realiza la venta de los materiales forjados.
Una hilera de espadas cuelgan de la pared frontal tras el herrero, algunas de ellas
comunes para soldados y otras realizadas con un poco más de esmero destinadas a
nobles paladines y aquellos que desean adquirirlas. Lo mismo sucede con una pequeña
vitrina llena de armaduras que tiene arriba de la misma, un escudo heráldico que
representa a la familia del herrero.”
Justo al atravesar el umbral de la puerta, el herrero, famoso por sus habilidades, le dirigió una mirada y rápidamente le espetó:
-Tu encargo está listo, haz entrega del documento y puedes llevártelo. – El hombre hablaba rápido y con una gruesa voz. Su trabajo no le permitía perder tiempo en formalidades e iba directo al grano.
Algo confundido, el druida se dispuso a presentarse tras una reverencia- Mi nombre es Nirrug, druida de Nyathor, vengo en nombre de…- pero no pudo acabar, antes de ser interrumpido de nuevo por el herrero.
-Un joven, vestido con esos ropajes y acompañado por un Ent… ¿Quien podrías ser, sino el mensajero de los druidas? Entrega el documento y recoge el pedido. – Dijo el herrero sin soltar su gran martillo ni interrumpir su trabajo.
Nirrug sintió cierta irritación por los modales del hombre, pero ya le habían advertido que en la capital, la idea de la educación no era la misma que en Thorin, se dispuso a recoger el encargo que esperaba sobre el mostrador, envuelto en papel y atado firmemente en cordel.
En el momento en que hacía entrega del documento que acreditaba quien era y a por qué venía, un extraño entró en el local, cerrando la puerta a su paso.
“Dreyhz empuña con la destreza de todo un maestro de armas, el Arco de Ysym [Flecha
Vampírica].
Qilagan, el Armero, exclama: ¡¡Los guardias sabran de tu maldad!!
Dreyhz perfora con increíble potencia en un brazo a Qilagan, el Armero con su una
flecha certera.
Qilagan, el Armero intenta morder en la cabeza a Dreyhz, pero este logra esquivar su
ataque.
Dreyhz atraviesa con increíble potencia en el pecho a Qilagan, el Armero con su una
flecha certera.
Dreyhz propina el golpe mortal a Qilagan, el Armero.
Qilagan, el Armero cae al suelo sin vida.”
Justo en ese momento, la expresión del rudo herrero cambió radicalmente y el terror inundó su mirada. Al mismo tiempo que una potente flecha había atravesado su cuerpo convertía ese terror, en dolor y, finalmente, en la rigidez y silencio propios de un cadáver.
Los movimientos del extraño eran increíblemente rápidos para Nirrug, quien apenas entendía lo sucedido , pero que ahora pudo fijarse en aquel maligno ser:
“Ves a Dreyhz el varón Semi-drow.
Un varón semi-drow de aspecto sospechoso.
Este semi-drow de ojos tan oscuros como su piel camina con largas y poderosas
zancadas, moviendo sus considerables 1,94cm con sorprendente ligereza y sigilo. Sus
labios se fruncen permanentemente en Un rictus de concentración, y sus entrecerrados
ojos examinan con intensidad todo lo que lo rodea sin perderse ningún detalle. Unos
gruesos y fibrosos músculos junto con un grueso, pero cuidado torso conforman una
estampa que podría llegar a resultar impresionante. Sus facciones duras, casi toscas,
sumadas a su considerable tamaño para su raza dejan al descubierto la predominancia
de sangre humana en sus venas. Sus callosas manos no dejan de moverse, estirando y
flexionando los dedos con elegantes pero fugaces movimientos, pasando cada tanto por
su larga cabellera nívea para poner en su sitio algún mechón rebelde.
”
Sin pronunciar palabra, Nirrug se dispuso a combatir a aquel monstruo, ordenando a su Ent que lo aplastara. Cual fue la sorpresa , al ver que el gigante ser arbóreo, se quedó inmóvil ante la presencia de aquel asesino. Ante tal situación, el druida empuñó su Vara intentando recordar el mejo de sus hechizos, pero nada parecía formularse en su mente.
“Dreyhz sonrie dulcemente.
Dreyhz coge Bolsa de monedas (una moneda de sesiom) de cuerpo de Qilagan.
Dreyhz escupe el cuerpo
Dreyhz entierra cuerpo de Qilagan bajo tierra.”
En aquel momento, el joven druida, entendió que nada tenía que hacer contra aquel extraño, podía luchar y podía morir. Pero entonces, ese asesino escaparía… “¡Piensa maldita sea, piensa!” Se decía a si mismo intentando buscar una solución a aquella situación.
Mientras intentaba urdir un plan, el semidrow le miró con sus finos ojos.
“
Dreyhz te mira.
[Emoción] Nirrug mira con cara sorprendido
[Emoción] Nirrug se pregunta como es posible que hayan matado al herrero
Dreyhz dice: lo siento… no podía permitirme que el viviese.
Dreyhz sonrie sadicamente.
Dreyhz dice: que haces por aquí solo, siendo tan pequeño?
Dreyhz dice: Takome es muy insegura para que estés solo por ahí.
Dreyhz sonrie como un maniaco homicida.
[Emoción] Nirrug murmura: Esta es la ciudad del bien, nada puede pasarme!
Dreyhz mira a Nirrug mientras le susurra al oído: Nada puede pasarte… por ahora
pequeño.”
Entonces algo vino a la mente del druida, un plan simple, pero, tal vez eficaz. Con el movimiento más rápido que le permitió su cuerpo, lanzó el paquete que vino a buscar y montó sobre su Ent, que con su enorme cuerpo atravesó la puerta de la herrería dejando un agujero en su lugar.
Nirrug sabía qué hacer, ese crimen no quedaría impune. A lomos de su Ent, recorría las calles, alertando a los guardias de camino al único lugar que le vino a la mente y era visible desde cualquier punto de la ciudad: La Cruzada de Eralie.
No obstante, en su camino fue interceptado por aquel dichoso ser y una nueva victima cayó bajo su arco.
“Takome: Jardín del explorador
Esta pequeña plaza entre los edificios de la fortaleza es una muestra de recogimiento
dentro del movimiento y bullício común del día a día. Se trata de una planta
cuadrada, con una hilera de setos central que describe un cuadrado más pequeño.
Dentro del cuadrado interior la hierba crece fresca y sobre un pequeño pedestal se
alza una pulida estatua de bronce.
En el lado exterior de los setos unos bancos de piedra envuelven el cuadrado más
pequeño, salvo en el lado sur, donde queda un hueco y el seto se abre, dejando un
caminito empedrado que lleva hasta el pie de la estatua.
Rakhzhurrudurudughruak, el Ent Ancestral te sigue.
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Lord Wack intenta golpear en el pecho a Dreyhz, pero este logra esquivar su ataque.
¡Dreyhz golpea a Lord Wack con cólera de verdugo!
Dreyhz perfora con increíble potencia en el pecho a Lord Wack con su una flecha
certera.
Lord Wack intenta golpear en el pecho a Dreyhz, pero este logra esquivar su ataque.
¡Dreyhz golpea a Lord Wack con cólera de verdugo!
Dreyhz perfora con increíble potencia en el pecho a Lord Wack con su una flecha
certera.
Dreyhz propina el golpe mortal a Lord Wack.
Lord Wack cae al suelo sin vida.
Dreyhz se rie dulcemente.
Dreyhz dice: Recuerda, no siempre estarás a salvo.
Dreyhz alza la mirada oteando el horizonte.”
En ese momento, aquel demonio , tal y como Nirrug lo definiría, desapareció sin más entre las nubes que cubrían el cielo. ¿Qué había sucedido? Aquella era la capital del reino, el bastión del bien, la fortaleza que el mal jamás podría penetrar.
Una amenaza se cernía sobre todos, más allá de Thorin, el mal era presente y actuaba de brutales manera. Ya fuera a través de bandidos en los caminos o auténticos asesinos capaces de penetrar la más poderosa de las ciudades.
Nirrug se sentía desconcertado y triste por aquellos que acababa de ver morir… pero furioso, furioso por no haber podido hacer más. Debía encontrar la manera de ser más poderoso, así jamás podría proteger a los suyos ni al Claro. Sin duda, el favor de Eralie, le había protegido ante aquel ser, pero su amenaza era clara, no siempre estaría a salvo y el druida debía prepararse para ese momento.
Aun montado en su viejo amigo Ent, decidió batirse en retirada. Después de todo, supuso que el Gran Druida entendería que dejase atrás su encargo. Debía informarle de lo sucedido y estaba claro que aquella ciudad no era su lugar.
Los soldados, ya presentes en la zona, se harían cargo de lo que fuese en que aquel ataque desembocara. Nirrug debía volver a Thorin y prepararse para hacer pagar a aquel ser y a los de su calaña, el daño que estaban ocasionando.
- Este debate fue modificado hace 2 years, 5 months por marti.
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