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Las noches más oscuras de nuestra era se sucedían y el incipiente color rojo que había devorado a Velian noches atrás se cernía sobre su compañera argéntea.
El corazón de los seres de los reinos estaba en vilo ante tan extraños a la par que escabrosos acontecimientos. No fueron pocos los que se encerraron entre montañas de libros buscando antecedentes de un suceso similar.
Los más codiciosos seguidores del Señor del Bien no dudaron en ver en estos sucesos una oportunidad, la situación idónea para unir (y controlar) a todos los seguidores de Eralie bajo un férreo e inflexible yugo. No era poco el tiempo que llevaban urdiendo clandestinos planes dentro de los muros del Bastión de Plata, muchos de ellos hartos de la pasividad de la actual monarca ante el creciente poder de los enemigos y el cada vez más debilitado poder económico de la Santa Cruzada.
Era tiempo de un golpe, de avivar la llama del miedo en los más ingenuos y devotos, ese miedo latente por la continua amenaza de pequeñas incursiones infieles, desatado con la aparición de los Apóstoles de Astaroth y que veía su cenit con los últimos hechos acontecidos en la bóveda celeste.
Ante la atenta mirada de la guardia de la ciudad, un grupo de fanáticos se arremolinan junto a un anciano subido a un puesto del mercado que ejerce de improvisado palco. Su discurso airado y una incontable retahíla de proclamas apocalípticas dejan paso a una larga pausa, ante la expectación del grupo, que termina con un firme “…Es la voluntad de nuestro Señor”, coreado posteriormente por la multitud.
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No tardan en llegar a oídos del Cruzado Supremo, que se encontraba despachando los asuntos de la ciudad con el Comisario en su habitual reunión semanal, las cada vez más numerosas aglomeraciones de gente en la ciudad. No es tampoco ajeno al contenido de las mismas, sabe que es una corriente que, aunque callada de cara a la galería, lleva tiempo cocinando su malestar y la actual situación es el caldo de cultivo perfecto para que se vean con respaldo suficiente.En un intento desesperado por alejar este núcleo incipiente de la capital, Takome, el Cruzado Supremo se reúne de urgencia con la Reina Priis.
– Entiende que esto solo nos llevará por el camino de la ira y todos sabemos que con las armas en la ecuación esto solo puede acabar de una manera.
+ Si he de sacrificar mi puesto por el bien del reino, no será mi orgullo el causante de que la sangre manche las calles de esta ciudad.
– Hay otro camino majestad – interrumpió rápidamente el-, ceded los abandonados terrenos anteriormente ocupados por la Orden del Amanecer a cambio del control total sobre la ciudad, no me cabe duda que los más fieles permanecerán a su lado para protegerla.
+ Hablas en tercera persona, acaso tu también…
– Me ofende alteza, pero creo que continuar en mi cargo de líder me permitirá controlar en cierta medida el ímpetu de los golpistas. Si alguien debe sacrificarse he de ser yo. Le pido por favor que lo considere y no demore mucho la decisión, pues los ánimos están caldeados.
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Bueno, pues a cuento de otro tema que surgió en relación a la Cruzada en una conversación con Eckol, se me ocurrió que al igual que la Horda agrupa a todas los fieles de Gurthang bajo un mismo mando, independientemente de su ciudadanía, no era mala idea proponer un gremio común para todos los Eralies, con control religioso sobre ellos, dejando a un lado la vinculación política con la ciudad de Takome (que sugiero sea gobernada por cargos de nueva creación, «bajo la supervisión de Priis», y que cuente con un gremio sin tanta carga religiosa, como una especie de equivalente al Ejercito de Dendra).
La ubicación creo que sería conveniente que estuviera fuera de cualquiera de las ciudades del bando bueno. Yo en la historia dejo caer un lugar a modo ambientación (pero se me ocurre en el desvío de Senda del Alba a Thorin, que si no recuerdo mal era sede de una Orden de paladines en el viejo RL1), pero también entiendo que el templo de la luz está bastante cerca, así que podría considerarse ampliar éste o trasladar a sus ocupantes e instalaciones a este nuevo gremio si finalmente se ubica en sus cercanías.
Con respecto a los cargos, entiendo que no habría inconveniente en mantenerlos (con las limitaciones de clase que requiere el cargo de Comisario y Supremo y con el vigente sistema de puntos de la Cruzada para el de General).
Cualquier futuro desarrollo se puede ir viendo conforme mostréis vuestra opinión al respecto.
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