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La ciudadela se encontraba repleta de soldados, sacerdotes, y diferentes miembros tanto del ejército como de la inquisición.
Los soldados afilaban sus armas.
Los sacerdotes lanzaban cánticos en lenguas entendibles solo por aquellos que tengan el alma tan oscura como ellos.
Los paladines montaban en sus feroces monturas, mientras otros iban a pie.
Un fugaz destello hizo que los soldados se detuvieran.
Los cánticos se pararan, y los rituales se detengan de forma súbita.
La forma de Dakharhu yacía ante ellos.
Mientras se concentraba en un hechizo alzó la voz y preguntó: que sucede aquí!
Un inquisidor dio un paso en frente y le respondió: los orcos asedian el camino fronterizo, y si no los neutralizamos ahora…
Lo más probable es que ataquen aquí.
Dakharhu asintió con la cabeza, y con un movimiento de manos, mientras pronunciaba palabras arcanas su piel se transformó en múltiples capas de piedra.
Mientras gritaba, que no se detengan mientras más rápido se preparen, más rápido podremos ir a fronterizo.
Un soldado susurró entre una respiración acelerada por la adrenalina: el vendrá a fronterizo…
Pensé que se iba a quedar en Grimoszk…
Los soldados volvieron a prepararse.
Los cánticos retumbaban en toda la ciudadela.
Y los paladines ya estaban preparados para galopar a la batalla.
Mientras Dakharhu se tornaba pensante. Los soldados empezaron a marchar hacia el camino.
Los paladines galopaban delante de todo para avisar a los demás.
Mientras los sacerdotes atrás de todo formulaban diferentes protecciones que iban recubriendo a los soldados.
Un paladín gritó: orcos cerca!
Los magos empezaron a lanzar diferentes hechizos.
Pero solo uno hizo la diferencia.
3 magos se unieron y canalizando toda su energía formaron una ráfaga de éter que fue capaz de desintegrar a los suficientes orcos. para que los inquisidores se pudiesen preparar, y terminar de proteger a todos los soldados.
Pero los paladines ya estaban muy adelante, donde se encontraba la batalla de verdad.
Los orcos junto a los despiadados góblins eran mucho para los paladines, y soldados que aguantaban las acometidas como podían.
Mientras los sacerdotes curaban sus múltiples heridas causadas por flechas, o cortaduras de los despiadados orcos.
Pero no iban a durar mucho, los Dendritas empezaron a caer tras el cansancio de horas en batalla.
Dakharhu se encontraba peleando al lado de un inquisidor que se aseguraba que el comandante no feneciera. Aunque la cantidad numérica se notaba mucho ya.
Un sucio goblin desde las sombras lanzó una fugaz ráfaga de flechas provocando que las pieles del ya un agotado comandante se desvanecieran.
Al ver eso, un furioso orco se lanzó contra el Agarrándolo del cuello y estrangulándolo.
La vista de Dakharhu se empezó a nublar hasta caer inconsciente.
Los recuerdos se apoderaban ya de el.
Estaba inconsciente, pero sus recuerdos no, y eso le causaba más dolor que lo que le pudiesen estar haciendo ahora.
Pero un intenso pinchazo lo hizo volver.
Se encontraba en el bosque impenetrable.
Una pequeña alimaña lo había echo despertar.
Todo fue un sueño, un muy mal sueño…
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