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Los primeros rayos de sol impactaban con la suave arena del estuario de Zulk.
La marea ya había bajado, y los primeros destrozos de ella ya se dejaban ver.
Unos pequeños chillidos se podían escuchar cuando las olas se calmaban.
La arena cubría un pequeño Hombre-lagarto.
El viento suavemente lo descubría y unas heridas que supuraban pus se divisaban.
Los chillidos se volvían más y más fuertes.
La conciencia volvía al pequeño.
AL pasar un tiempo sus extremidades se despertaban, y lentamente se reincorporaba.
Al levantarse del todo, y avanzar hacia el mar.
Su mirada cada vez mas confundida se veía.
Avanzaba y avanzaba, hasta que el agua le llegaba hasta por las rodillas.
De golpe se desmoronó boca a bajo, sumergiéndose hasta estar cubierto por completo por el agua.
De golpe una gran turbulencia azotó la orilla, y el pequeño lagarto se reincorporaba con furia.
Entre gritos, e insultos hacia la nada, el pequeño lagarto golpeaba con furia el agua con su cola, y sus zarpas.
Pasaba el tiempo, y el caos cesaba.
Con el ruido causado por el, peces empezaron a rodear al pequeño lagarto, y el con la misma intensidad que aguantaba de antes, agarraba a los peces, y con vehemencia les hincaba sus colmillos, llenándose de sangre y vísceras.
El pequeño lagarto se veía agotado ya.
La arena y la sangre se había pegado en sus escamas, y sus heridas totalmente cubiertas por esa mezcla parecían no molestarle ya.
De a poco salía del mar, y avanzaba hacia su ciudad, Grimoszk…
Al llegar a la puerta, los guardias arremetieron contra el pequeño, haciéndolo volar hacia los pantanos.
Una rama se le había clavado en el brazo, perforándoselo.
De nuevo la sangre volvía a brotar de el.
De nuevo los chillidos se volvían aturdidores.
Tas un rato de gritos, y de intentar quitarse la rama, sin éxito alguno, solo provocando que chorros de sangre salgan de el.
Se había desmayado.
El tiempo pasaba, y pasaba, y el pequeño tan solo no despertaba.
Un cocodrilo se había percatado de su presencia, y de su sangre.
Con cautela el cocodrilo se iba acercando mas y mas a el.
Antes de que pudiese comérselo de un bocado, un fugaz, pero letal corte, le cercenaba la cabeza, haciendo que esta caiga en el pecho del pequeño, y provocando su despertar.
Alterado se levantó del suelo, manchado de su propia sangre, y con la rama aún clavada en su brazo.
Sin pensarlo, apretó fuertemente sus dientes, y con su otra mano se arrancó la rama, largando inevitablemente un grito, que quizás solo el escuchó.
Luego de superar el shock miró hacia su ciudad, donde fue echado.
Sin dudarlo se dio la vuelta, y empezó a caminar, sin rumbo alguno…
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