Inicio › Foros › Historias y gestas › Un orco más en la fortaleza de Golthur Orod.
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Todo comenzó el día 20 de Soel del 230 Era 3º, nació Worgrak, un orco más en una ciudad anárquica como Golthur, un posible superviviente más o un simple tentempié para un orco más fuerte que él.
Fue creciendo por las sombras de la gran fortaleza, para no ser visto por los guerreros que no les tiembla la mano a la hora de ejercer la anarquía por los pasillos de Golthur. No se dejaba ser visto, esto le costaba bastante, se apreciaba que no era un punto fuerte el suyo. A la vez que se escondía, también presenciaba verdaderas carnicerías, y verdaderas batallas a duelo anárquico. De miles de batallas visualizadas entre soldados, barbaros, empaladores, ladrones y chamanes, había un estilo que hacia que toda su atención y esa era la de los soldados de la Horda.
Aprendió las armas, armaduras y movimientos que usaban aquellos soldados solo con verlos pelear. Una infancia rodeada de muerte y violencia, una infancia donde no conoció más que sangre, muerte, tripas esparcidas por el suelo, cabezas rodando por los pasillos, cuerpos troceados y devorados.
Cuando milagrosamente alcanzó la edad mínima de alistamiento de la Horda, decidido se inició como miembro de la Horda Negra. Su comandante le delegó una misión para ver sus «aptitudes», –En el bosque de Baldio, hay un rio, suele estar frecuentado por un Cruzado Blanco, JAJA, no quiero su cabeza, ya que es muy hábil, quiero que me traigas las cabezas de su escolta, tres peregrinos que cabalgan junto a ese humano. Corre ve y tráeme sus cabezas, intenta no morir en el intento–
Raudo, emprendió su camino al bosque, mientras iba trazando un plan para acabar con tres jinetes entrenados… al llegar vio que estaban separados, por lo tanto si lo hacía bien no debería llegar a combatir en desventaja numérica. Al primero, apareciendo entre la maleza del bosque armado con su martillo a dos manos, le asestó un golpe diabólico descendente de pleno en el cráneo, reventándose por completo, llenando toda la zona de huesos y sesos, un golpe terrible que terminó en el acto con la vida de su primer objetivo. El segundo peregrino al verle azuzó su montura contra el orco con su lanza apuntándole para derribarlo de un solo golpe, Worgrak reaccionó rápido y lanzó su martillo con una violencia a la cabeza de su caballo, lo mató en el acto y su jinete salió despedido por encima de Worgrak, al caer quedo malherido y aturdido, Worgrak cogió la lanza del peregrino y lo acribilló más de una docena de veces mientras el humano no podía ni moverse. Con toda la euforia, éxtasis y fragor de la batalla, éste se confió y cuando le vino el tercer jinete intentó pararlo con la lanza pero no tenia tanta destreza en las armas de asta como su contrincante y este le asestó un golpe que le atravesó el hombro y quedo literalmente colgando de la lanza del humano. Mientras balbuceaba de dolor el jinete fue frenando su montura y cuando lo hizo, Worgrak sacó fuerzas de donde no le quedaban y de un golpe con la mano que aun podía mover partió la lanza para liberarse del enemigo, agarró al jinete de una pierna y empezó de golpearlo contra el suelo de sin control ninguno. Cuando su tercera víctima estaba prácticamente moribunda, se tiró a devorarlo vivo, comiendo su carne, sus entrañas, una verdadera carnicería.
Cuando volvió a ver a su comandante, le entrego una cabeza prácticamente explotada, otra medio devorada y otra en buen estado por así decirlo. El comandante al verlo se sorprendió de que aún estuviera vivo pero tenia algo que adjuntar: – Te pedí tres cabezas, no una y dos cachos de humano que no soy capaz de reconocer… – Worgrak asintió a regañadientes.
Como últimas instrucciones de su comandante: – Te queda mucho por controlar, muchas armas que entrenar, y habilidades, aquí en la Horda Negra tenemos una academia, ve y entrena, pero veo que el martillo no se te da mal, cuando estés preparado, te encomendaré otra misión. –
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