Inicio Foros Historias y gestas Una historia de lealtad (Cap.1)

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    • Anfhy
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      Comenzaba a anochecer en la zona este de Naggrung, la ciudad de Keel abandonaba rápidamente el bullicio del comercio diario para pasar, entre los sonidos a madera y hierro de los cerrojos de las tiendas del mercado, a un rumor en las cercanías de las tabernas y al oscuro silbido de las calles en penumbra, lugares todos peligrosos, tanto dentro como fuera.

      Atravesé las puertas del Viajero Desconocido, regentado por un viejo hombre-lagarto con el que he trabado amistad y confianza a base de duro trabajo; al menos, que mi dinero se lo gane alguien de mi raza en esta hostil ciudad.

      No tardé en escuchar, incluso antes de llegar a la barra y saludar con un gesto a Quadzish, que uno de los pillastres que frecuentan el puerto, con la intención de ganar algunas monedas, iba de mesa en mesa a la caza de marinero para un semi-drow del continente que buscaba regresar a tierras más cálidas, algo habitual por otro lado; no todo el mundo está preparado para aguantar en esta isla.

      Hoy no tuve que apartar a nadie de mi mesa junto a la ventana, Quadzish esperaba mi llegada y la reservó. Mientras tomaba asiento llegó con mi comida, carne poco hecha, en realidad cruda y caliente; y hablamos de los pedidos de Conrad, otra vez impuntual en sus entregas y otra vez, por unas malditas monedas cubrir al cazador, – Esto me vendrá bien – me repetía a mí misma.

      Y llegó aquel pequeño ratero preguntando,  – Os daré unas monedas si lleváis al semi-drow a Alandaen –

      • Pero granuja ¡Aléjate de mi mesa! – Le dije, y con un coletazo, le hice ver que no debía propasarse pero algo no entendió o el dinero que iba a ganar era mayor que el miedo que me pudiera tener y al volver a insistir, mirándole fijamente conteste:  – Volveré en dos días por aquí, sí aún no has encontrado marinero yo lo llevaré, pero ahora ¡DÉJANOS! –  En ese momento asintió con la cabeza y se escabulló por la puerta perdiéndose su reflejo entre los cristales en dirección hacia la Plaza del Tuerto.

      Terminé de provisionar mi mochila con todo lo que necesitaba, me ajuste mis botas de piel de Yeti y esa misma noche comencé mi camino hacia el Bosque de las Llanuras para encontrar a Conrad. Sabía que a la salida de esas puertas me esperaban dos largos días de intenso frío como así fueron, aunque esa es otra historia.

      Ya de vuelta, Quadzish mientras revisaba su pedido, me dijo que el semi-drow me seguía esperando en el muelle – ¿Tanto tiempo y no ha conseguido que lo lleven? – Keel no es una ciudad donde pagando no consigas tu objetivo, si de por sí siempre se mantiene la cautela con los extraños, más debía tenerla con ese, quien fuera; pero de lo poco que puedo presumir es de cumplir mi palabra y en cierta manera, lo hice.

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