Ya pasaron días desde que me repuse de mis múltiples heridas.
Mi cuerpo aún a si se siente más deteriorado.
Mis músculos se abarrotan muy rápidamente.
Y mi forma de ejecutar la magia ya no es igual.
Al parecer la sangre, y las heridas que sufrí aquel día fueron suficientes para dejarme fuera de juego. Al menos por ahora…
Quizás a si pueda dedicarme a lo que hacía mi madre.
Formar magníficas piezas con diferentes maderas, joyas.
Y por que no venderlas, y intentar retomar la familia junto a mi hermano.
Se que eso alegraría mucho a mis padres.
Y lo demás…
Quizás a si no sirvo en el campo de batalla, y tampoco como estratega.
Mi mente últimamente se está bloqueando mucho.
Y son muchos los momentos donde se torna totalmente blanca.
Tendré que dejar mi mandato, para que un imperio quiere a un comandante que no puede hacer nada…
Lo mejor será hacer eso, marcharme de la ciudad.
Y irme como me vieron últimamente.
Como el patético comandante que fue un adicto a la sangre humana.
Como el patético comandante que no podía mantenerse tranquilo al ver caer una gota de sangre…
Como el que a solas deseaba compañía, por que la soledad lo abrumaba.
La sed de venganza lo aniquilaba.
La distancia de su familia lo destrozaba.
Al menos tendré los recuerdos de las batallas libradas.
las miles de aventuras.
Y las miles de pérdidas que tuve en el curso de esta vida que elegí.
Hora de dejar de ser una persona reconocida.
A vagar por el mundo siendo nadie…
