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    • fyrate
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      El amanecer estaba cerca.
      Hoy toca vigilar el paso fronterizo, y sus alrededores.
      Fieltin es hora de dar un paseo por el cielo, le decía al halcón mientras acariciaba sus plumas.
      Subí a la torre de vigilancia, y con una fuerte ráfaga de viento Fieltin se echó al vuelo.
      Schreeech Screeech, se escuchaba a lo lejos.
      Al parecer el halcón había encontrado algo, pero por su grito no parecía nada indefenso.
      Pasó unos 5 minutos, y Fieltin tenía algo entre sus garras.
      Al aterrizar en la torre dejó en el suelo a un pequeño hombre_lagarto muy mal herido por lo que se apreciaba a simple vista.
      Al ver la acción del halcón le dí un salmón para que recupere energías.
      Mientras yo examinaba al lagarto que no parecía tener pulso alguno.
      Ei, pequeño, susurraba mientras movía su cuerpo, falto de hidratación, y comida.
      Unos pequeños ojos se abrieron, y una bocanada de aire salió de su boca.
      Donde estoy, quien eres. Preguntaba con un tono temeroso.
      Tranquilo, soy Eyrhien, comandante del ejército de Dendra.
      El es Fieltin, te encontró a los alrededores del ar-mimet y te trajo aquí.
      Quiero volver a mi ciudad, decía mientras escudriñaba todo a su alrededor.
      Lo siento no puedo, le dije mientras lo ayudaba a incorporarse.
      Primero debo llevarte a Galador, y examinar tus heridas con un sacerdote.
      Luego ver si tienes familia alguna, y por último llevarte ante el patriarca de Szulk.
      Gracias, Gracias, decía mientras se erguía, y acomodaba sus ropajes totalmente destrozados.
      Bajamos de la torre y llegamos a Galador.
      Los guardias miraban al mal herido lagarto, mientras me reverenciaban.
      Caminamos hasta la ciudadela, y lo dejé en la entrada de la catedral, mientras iba a hablar con el alto inquisidor de lo sucedido.
      Al pasar una hora, y ver que el lagarto estaba alimentado, y sanado de sus heridas, lo tomé de una zarpa y lo levanté.
      Vámonos le dije mientras lo movía con fuerza.
      A donde vamos?.
      Tenemos que ir a Grimoszk, a tu ciudad pequeño.
      Una sonrisa esbozaba. a mi ciudad?.

      Asentí con mi cabeza.
      Dio un gran salto y saltando, y revoloteando como si de un insecto se tratase llegamos a la puerta norte de Galador.
      Cálmate pequeño, tenemos un viaje intenso hacia Grimoszk.
      Primera regla.
      Si vemos hostiles te alejas del campo de batalla.
      Regla 2.
      Si llega a pasar algo, en mi bolsillo hay un mapa de cómo llegar a Grimoszk.
      Lo agarras y corres hacia tu ciudad.
      Estamos?.
      Asintió con su cabeza.
      Tomamos el barco, y de vez en cuando Fieltin se echaba a volar para alertarnos de algún enemigo cerca.
      Llegamos a la ciudad de Anduar, y ahí paramos en la taberna el Dragón verde.
      El pequeño comió algo para recuperar energías, y le di un descanso a Fieltin, estaba haciendo muy bien su trabajo.
      Al retomar el viaje Fieltin volvió al vuelo.
      Screech Screeech!.
      Esa alerta, había enemigos cerca.
      Y como no a verlos estábamos en Orgoth.
      Fieltin con la velocidad de un huracán volvió a tierra, y se pegó a mi como si de una sombra se tratase.
      El pequeño lagarto se había percatado d que algo no estaba bien.
      Pasa algo. Preguntó casi susurrante.
      Negué nerviosamente, mientras palpaba mi bolsillo y sacaba un papel doblado, con garabatos y una x en el.
      Ten, es el mapa a Grimoszk. Le dije mientras le entregaba el papel.
      Fieltin lleva al pequeño a Grimoszk.
      Un trinar triste se elevaba del aire, junto al pequeño lagarto.
      Fieltin se había ido, y cada vez el temblar del suelo se hacía más intenso.
      Me camuflé en unos arbustos que había en los páramos hacia Anduar.
      Wofffff Wofff, un Kobold andaba olfateando el territorio.
      Ay algo, preguntaba un pequeño Goblin que se encontraba pegado al Kobold.
      Woff Woff, hay rastro de humano. Decía mientras pegaba su hocico al suelo.
      De repente el Goblin ya no estaba a la vista, al igual que el Kobold.
      Sigilosamente me aparté de los arbustos, pero algo me detectó.
      Wooffwwww!, una saeta me había perforado la pierna.
      El Goblin se fundía con su arco, mientras el Kobold me perseguía y me olfateaba sin parar.
      Otra saeta me había impactado.
      Ya me encontraba en el suelo con un Kobold mordiendo arañando, y un Goblin que se ría a carcajadas.
      Que vamoz A Hacer con el. Preguntaba el Goblin.
      Wuff Waff, es el comandante de Dendra. Decía el Kobold mientras mordisqueaba sin parar mi brazo.
      Tu creez que el caudillo noz de algo por zu caveza.
      Woff Wofff. No lo se no lo se, pero sigue siendo alguien muy importante, grrrr YO CREO QUE TENEMOS QUE MATARLO Y DEVORARLO, a nombre de lord gurthan!.
      El Goblin tensó su arco de nuevo, mientras una flecha con pinchos en su punta sobresalía de el.
      Screech Screeechchchc!.
      Una fuerte ráfaga de viento se levantó de la nada.
      Fieltin batía sus alas como un maniático.
      Cuando pude mirar perforaba cráneos y desgarraba carne, como si se tratase de papel.
      El pequeño lagarto ya en tierra y murmurando palabras indescifrables invocó el poder de Ozomatli, curando rastro de herida alguno en mi cuerpo.
      Al alzar mi mirada ya no había nada mas y nada menos que 2 cadáveres totalmente destripados, y un Fieltin totalmente ensangrentado.
      Le agradecí a ambos, si no fuese por ellos yo ahora estaría en… en la boca de un Kobold.
      Al llegar a Grimoszk le conté al patriarca lo ocurrido, luego de contarle eso el lagarto fue llevado ante el consejero chamán de Grimoszk.
      Pasaron meses, y yo de regreso en Galador había recibido la noticia. Szeks estaba entrenándose para volverse un chamán, y defender Grimoszk.
      Al escuchar eso una sensación que no había sentido hace mucho tiempo se apoderó de mi.
      Que hubiese sucedido si Fieltin no lo encontrara. No lo se, lo que se es que ahora zeks está haciéndose fuerte, y lo que anhelo ahora es tener el derecho de pelear codo a codo contra las hordas y hordas de enemigos que asedian nuestros territorios.

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