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Erial de los Condenados: Meseta Oriental
En las alturas, al borde del acantilado que se precipita en el cañón de Golthur, se levantan dos no muy altas mesetas.
Aquí el terreno es, lógicamente, llano y libre de cualquier escombro, roca o grieta. Casi puedes ver toda la extensión
de la meseta al alzar la mirada y otear el horizonte. Al sur de sendas mesetas, casi al borde del precipicio, se alzan
las torres de vigilancia de Golthur Orod: los Bastiones. El brillante color anaranjado del cañón se torna ahora marrón y
oscuro, como si de vez en cuando alguna gota de agua se dignase a caer sobre este baldío erial. Desde aquí también
puedes ver la otra meseta, la occidental, y su homónimo Bastión.
Desde mi posición ventajosa de subterfugio observo este acantilado, miro al cielo y respiro aliviado habiéndome alejado de aquella fortaleza llena de orcos, que en sus miradas se veía el odio hacia mi raza.
Sigo vagando por estos parajes sin rumbo, buscando un bocado que llevarme a la boca. Sigo sobreviviendo como un buen goblin. Un goblin que no quiere ser devorado por ningún orco. Algún día conoceré al caudillo de la horda, tengo ganas de presentarme como un buen guerrero de las filas y que me dejen de ver como un insecto débil, pues no es así. Tampoco son tan fuertes esos seres de la fortaleza, son mas grandes y más musculosos pero no son tan ágiles como nosotros, de hecho no será el primero que tengo que liberar de este mundo.
Justo veo un orco de esos acercándose, medio moribundo, no parece ser más que yo, solo hay que verlo.
Orco Rezagado
Sudoroso y cansado, este orco ha debido de perderse de su batallón de ataque, y ahora vaga desorientado por las
mesetas. Sus pies y piernas están repletos de picotazos y mordiscos de las bestias del lugar. Parece sufrir bastante.
Yo creo que a algunos de estos orcos les haría un favor si acabo con su vida sin que prácticamente se enterasen. Aunque parece que las bestias de estos acantilados me ahorrarán el esfuerzo. Este orco creo que será la cena de las bestias de este recóndito lugar. Hoy no cenarás, sino que serás comida.
Creo que debo buscar cobijo o yo también seré comida de bestia. Creo que me acercaré a Ancarak, y veré si son más hospitalarios los kobold ya que estoy algo cansado. Creo que me ocultaré con una capucha y mi capa para pasar lo más desapercibido posible ya que mis energías flaquean y posiblemente no saliese bien parado si hubiera algún tipo de altercado.
Si, decidido. Tomo rumbo a Ancarak. Pues los orcos y el caudillo hoy no me conocerán.
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Tremendo viaje a las impresionantes galerías de Ancarak, innumerables pasadizos, repletos de anélidos por todas partes y algún que otro perro rabioso, que retórico. Según me adentraba pude ver un lago, pero mi supervivencia en la Torre Negra me hizo pensar un poco, mi mente decía algo como, Oob si no te paras a analizar cada situación aunque solo sea dos segundos, dejaras de analizar para siempre. Cogí un trozo de carne sacado de un jabalí que despedace para obtener comida y lo lancé al lago, esperando que algún depredador se lanzase frenéticamente sobre el trozo ensangrentado y aun jugosa carne de porcino, pero nada ocurría. Parecía un lago tranquilo pero cuando mis ojos se fijaron en ese pedazo malgastado, vi que estaba repleto de sanguijuelas drenando cada gota de sangre de aquel inerte pedazo cárnico. Mal sitio para darse un baño… mal sitio para poder saciar mi sed del viaje, tendré que seguir vagando por las interminables galerías en busca de dicha ciudad así que evitare el lago.
Tras horas de paseos, me divertía un poco cortando los cuellos de los perros rabiosos que encontraba por el camino, hasta que por fin vi una galería que se dirigía hacia abajo. Me acerque con cautela y aquella galería arrastraba respiraciones profundas, varias respiraciones con el sonido de un idioma que no llego a entender, seguro que es Ancarak, llegué a pensar, no por el idioma sino por los ladridos, aunque esto ultimo espero no pensarlo en voz alta.
Me adentré a la ciudad bajo la tensa mirada de aquellos peculiares guerreros, si fama y fiereza les precede, será mejor que no busque problemas por aquí.
Encontré a un Kobold bastante amigable, pues me indico los puntos claves de la ciudad, como las minas, tiendas y sobre todo el mercado de esclavos, por si quería comprar alguno para usarlo como quisiera. Esto me llamo la atención, pues no tenia ni idea de que existieran, ni de cuanto podría valer. Me puse marcha al mercado.
Y aquí estoy, Mercado de Esclavos de Ancarak, El más horrendo de los lugares de Ancarak se encuentra ante tí. Depravados habitantes de la superficie, sin distinción de bandos, se apelotonan ante traficantes de esclavos sin escrúpulos, para comprarlos. Numerosos y jóvenes kobolds harapientos lloran al tener que separarse de sus seres queridos, que no encuentran más remedio que venderlos como esclavos, por las penurias que sufre esta acabada sociedad.
Aquí me esperaba encontrar una hembra goblin para saciar mis deseos mas sexuales, pero lo único interesante que he visto es un prisionero humano atado a la pared, repleto de cicatrices y heridas, seguro no esté en venta y solo sea un objeto de entretenimiento, y yo no quiero ser menos, seguro que por unos platinos le puedo arrancar alguna uña de las que le faltan, pero tristemente mi bolsa esta vacía. Maldigo la vida del goblin pobre.
Ahora que lo pienso el kobold amigable me dijo que había un «ser» que ofrecía dinero a cambio de algún trabajo, creo que iré a visitarle, ya que quiero torturar, para saber lo que se siente.
Lo que no se si es por la soledad o tal vez me esté volviendo loco, pero ¿Por qué siempre hablo conmigo mismo?
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