Inicio Foros Historias y gestas Vida y muerte (cuentos para dormir a la luna 1)

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    • amneris
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      El canto te llega a los oídos como un hechizo. Tal vez sea un hechizo piensas.

       

      de pronto eres consciente de que se hace de noche y estás lejos del muelle, de que la luna llena empieza a llegar y  un frío te recorre la espalda.

       

      El canto sigue con su melodía, es casi tan bello como  el idioma de los elfos; casi puedes comprender lo que cantan a lo lejos, aunque cada vez se acercan más.

       

      El sol

      brilla con su fulgor,

      y tu piel

      perderá el calor,

      la mar

      te llevará

      y solo huesos desvaídos serás.

       

      una sirena salta justo delante de ti, el arco que hace con la cola te permite ver  escamas en distintos tonos de azules refulgir a la luz.

       

      Ella se sostiene al bote con una sonrisita maliciosa y te mira directo a los ojos, los suyos son plateados y muy grandes.

       

      Ella te mira con curiosidad y estira una larga mano blanquísima cubierta de algas y corales hacia ti.

       

      Sirena dice: “Hola, marinero, me agrada verte por aquí, el sol brilla con su calor, pronto la luna nos quitará el calor”

       

      Sonríes, siempre te dijeron que las sirenas hablaban con metáforas, pero  nunca habías visto una; no al menos en su forma de sirena y no pensabas que fuesen a ser tan hermosas.

       

      Sirena dice: “Y bien, elfo, ¿Qué te trae a mis dominios?

      Dices: “Busco a Azura, sirena”

       

      La sirena te mira confusa pero se hunde de nuevo y  vuelve  al cabo de un rato que se te hace eterno con una caja de huesos.

       

      Sirena dice: Azura dice que solo te verá si al ver lo que hay en esta caja sabes a quién pertenece”

       

      Tomas la caja de huesos y la abres, en su interior hay un pequeño collar de oro con delfines engarzados a modo de cadena y un colgante con forma de luna, en la cual yace sentada un hada.

       

      Solo dices una palabra.

      Dices: “Morgannah”

       

      La sirena  te arranca la caja de golpe y se marcha al fondo del mar.

       

      Esperas con calma, pues sabes que pronto tendrás lo que buscas.

       

      Unas dos horas después la sirena vuelve y da un salto al bote que casi lo hace girarse, si no fuese por tu velocidad y tu fuerza.

      Sirena dice: Navega al sur, Elfo, ella está en la isla de Trintia.

       

      Navegas al sur como se te ha ordenado y al llegar a Trintia ya el sol ilumina el cielo.

       

      Dormir se ha vuelto algo secundario, solo sabes que tendrás a tu hija en manos  y es lo único que importa.

       

      Bajas y ante ti diferentes mujeres desnudas se mueven por la isla, unas rubias, otras con el cabello verde, otras con el cabello azul y otras morenas.

       

      Un cisne se posa en tu cabeza mientras caminas sin prestar atención a nada.

       

      Entonces llegas a un trono de corales y cuarzos que se encuentra en medio de la isla; en él yace una preciosa mujer de tez dorada y cabello rubio que te mira desde unos penetrantes ojos ambarinos.

       

      Azura dice: “Oh,  si eres tú”

      Sonríes, sigue tan hermosa como siempre aunque ya hace nueve meses no la ves.

       

      En sus manos lleva un bebé que te tiende sin dudar.

       

      Azura dice: “Mira, Raxnar, he aquí tu hija.

      te acercas, tomas al pequeño bebe en brazos y observas sus enormes ojos azules mirándote fijamente.

       

      preguntas:  “¿Estás segura de que no la quieres?”

      Azura observa a su hija con mirada fría.

      Azura dice: “No la quiero, no ha nacido como una sirena, no tiene porqué  pertenecer a nosotras.

       

      Tomas a tu pequeña en brazos, un bebé  pálido y de ojos abiertos  que sonríe con su boquita desdentada al verte.

       

      Te acaricias el cabello azul y le estiras un dedo a la bebé, esta lo toma sin rechistar e intenta llevárselo a la boca.

       

       

      Te alejas camino al bote sin mirar atrás a quien un día fue el amor de tu vida.

       

      Subes al bote y sonríes al bebé, te quitas el abrigo y se lo pones para cubrirlo.

       

      Después de  muchas horas de viaje llegas a una isla en la cual paras, pagas algunos platinos para dormir cómodamente y poder comer y acomodas al bebé en la cama después de subir a tu habitación.

       

      Una cama marfil arrulla a la pequeña y sus grandes y observadores ojos azules se fijan en ti.

       

      Bebé dice: “Aguugru”

      Te quitas tu collar, el dragón de plata refulge al contacto con las velas y la lámpara de aceite, y se lo colocas al bebé en el cuello.

       

      Dices: “Muy bien, Athairas, no hagas ruido”

       

      Tomas papel y pluma y escribes una pequeña nota en dendrita:

      *Se llama Athairas, algún día conocerá su historia, a quien halle esta carta le pido que la cuide y la proteja ya que su madre y yo no pudimos, por favor, mostradle esta carta cuando cumpla 18 años *

       

       

      Te desnudas y sacas una daga de tu cinto, acto seguido la pones bajo tu ombligo, miras al techo.

      Susurras: Eralie, perdóname por esto”

      Te clavas la daga y mueres al instante.

       

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