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Nacimiento
Zeren y Traklek dos conocidos hechiceros goblins se decidieron a tener descendencia, visitaron al chamán jefe de Mor Groddur para pedir su bendición, pero el chamán no vió con buenos ojos que una criatura naciera de dos practicantes de magia arcana, así que les negó su gracia. Ante la negativa del chamán ellos continuaron en el empeño de tener descendencia.
Su única solución era ir a Golthur’Orod y pedir el favor del Caudillo y el del Hierofante, entonces decidieron abandonar Mor Groddur y viajar al norte, pues no veían justo que tras dedicar su vida a la Horda no se les concediera el beneplácito de Gurthang. Fueron a la cuadra de huargos, compraron dos bestias y galoparon hacia Golthur’Orod.
Días después consiguieron llegar a la Fortaleza, sede de la Horda, donde pidieron audiencia con el Caudillo. Cuando por fin consiguieron reunirse con él, pidieron su consentimiento y este hizo llamar al Hierofante, este entró seguido de dos jóvenes chamanes que cargaban con una mesa con huesos grandes y afilados, como si de dientes de dragón se tratasen.
Al llegar a donde estaba el Caudillo y la pareja de goblins los chamanes dejaron la mesa y empezó el ritual, el Hierofante se puso tras la mesa y de frente a la pareja y entró en trance, sus manos se recubrieron de una luz verdosa y los huesos comenzaron a flotar, sus ojos se tornaron en blanco. Segundos después el Hierofante recobró la consciencia miró a la pareja y les dedicó estas palabras: “Gurthang os dará su bendición, pero tendréis que hacer un sacrificio, quiere un alma por otra alma”.
Tras la profecía del Hierofante ambos se quedaron un poco dubitativos sobre si seguir adelante con sus planes de futuro o desistir. Finalmente decidieron aceptar el destino e intentar descifrar cuál era el sacrificio que Gurthang pedía. Pocas semanas después Zeren estaba en cinta.
Tras la gestación Zeren se puso de parto en una noche fría de invierno, a prisa llamaron al chamán para que asistiera al parto. Tras varias horas intentando sacar a la criatura, esta fue sacada del útero de su madre y con leve azote en un carrillo empezó a llorar. Para sorpresa de todos la niña tenía un tercer ojo en la frente mientras lloraba, cuando se calmó el ojo desapareció. Zeren en cambio no consiguió sobrevivir al parto, ella era el sacrificio que Gurthang exigía.
Traklek aceptó su destino, recogió el bebé de los brazos del chamán y lo acurrucó entre sus brazos, el tercer ojo en la frente volvió a aparecer, esta vez con un fulgor más potente aún. Traklek ya había visto esto antes, su maestro era un reputado adivino capaz de predecir el futuro y cuando se enfadaba el ojo aparecía en su frente de un color amarillento, en cambio cuando estaba feliz aparecía también pero de un color más blanquecino.
- Traklek: Te llamaráz Zirina.
La noticia del parto y la muerte de Zeren no tardó en llegar a oídos del Hierofante, que se personó en la cabaña donde Traklek y la difunta Zeren vivían, se acercó a la cuna del bebé y la observó con detenimiento.
- Hierofante: Han llegado a miz oidoz que la niña tenía un tercer ojo, pero ahora no veo nada…
- Traklek: Así es mi zeñor, sólo cuando llora o eztá feliz aparce. Pero mi maeztro también pozeia eze don.
- Hierofante: En los manuzcritoz antiguos lo nombran como una bendición que zólo unos pocoz pozeen y es muy útil para nuestros finez. Zeguiré con detenimiento la evolución de ezte bebé. Ezte don ez un arma de doble filo, y si no noz zirve nos perjudicará azí que la niña será ejecutada.
- Traklek: Entiendo zeñor, pero para mi la Horda ez primordial, no dudaré en cumplir lo que mande el Caudillo.
- Hierofante: Azí zea, el deztino de ezta niña eztá en cómo zeaz capaz de inztruirla. La vida de tu hija ezta en tuz manoz.
Tras estas palabras, el Hierofante salió de la cabaña dejando a Traklek preocupado, no sólo había perdido a su pareja, si no que podría perder también a su hija.
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