Inicio › Foros › Historias y gestas › Wub Wub en la mina.
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Wub Wub se despertó, no había dormido bien esa noche, estaba nerviosa por las emociones vividas el día anterior, rebuscó en su zurrón y encontró la máscara morada. Con el calor de la taberna, ésta empezaba a despedir un curioso olor y parecía que se iba secando.
Wub Wub siguió rebuscando en su zurrón, extrajo una pieza de carne flácida, y la sostuvo en sus manos. Recordaba habérsela arrancado al borracho la noche anterior. La apretó con fuerza hasta que un extraño líquido comenzó a rezumar y lo succionó.
Wub Wub examinó a su alrededor en busca de algo con lo que saciar su hambre, pero no encontró nada. Pensó en hacer algo para distraerse, trató de recordar alguna conversación pasada de la taberna, la última de ellas la había llevado a conseguir su preciada máscara de un solo ojo.
La goblin cerró sus ojos y se concentró, tras unos instantes recordó palabras sueltas de unos bajitos, algo de unos rubíes y una mina.
Wub Wub había estado en las minas de Mnenoic, sabía de sobra cómo sacar piedras, no hacía falta más que golpear el suelo y la pared con el palo raro ese.
Sólo tenía que encontrar una mina y podría llevar a la práctica sus habilidades, y con suerte conseguiría piedras brillantes.
Para evitar las burlas de los ciudadanos de Brenoic, decidió buscar una mina lo más lejos posible, tendría que fiarse de su olfato, el olor a tierra excavada era fácilmente reconocible.
Wub Wub se dirigió a la carretera en dirección sur, si no recordaba mal no tardaría en encontrarse con una ciudad.
El camino estaba transitado por algunos viajeros y algún que otro peregrino.
Recordó su encuentro con el viajero, del que consiguió sacar una exquisita piel y se dibujó una sonrisa en su cara.
Tras unas horas de caminata, levantó su cabeza y olfateó el aire, reconoció el penetrante olor a heces de caballos, el seco aroma del trigo y por fin el olor a humedad, propio de las minas. Si su olfato no le engañaba encontraría una mina pronto.
Wub Wub observó a su alrededor, tratando de buscar a alguien que llevara palos con punta metálica, los había visto antes a algunos mineros.
No tardó en encontrar a una pareja de hombres que se internaba en las profundidades de una mina, lo más importante es que llevaban consigo el palo con punta de metal.
Los siguió con cautela mientras se adentraban en las profundidades de la mina, aunque la galería estaba ténuemente iluminada por unas antorchas, a Wub Wub no le hacía falta, tenía una magnífica visión.
Se iban internando más y más en la mina, posiblemente buscaban alguna veta, a estas horas de la noche los mineros se habían retirado y solían acudir algunos ilegales a expoliar alguna veta que habían dejado a medias.
Por fin se detuvieron en una gran oquedad, la cavidad se ensanchaba y se encontraba más iluminada de lo normal.
El suelo, fangoso, se encontraba cubierto de utensilios de minería, algunos picos rotos, un tamizador, sacos roídos por las ratas…
Los mineros comenzaron a descargar con toda su fuerza el pico contra la pared, saltando incluso alguna chispa por la fricción, parecía que habían encontrado una veta.
Wub Wub los contemplaba desde la oscuridad, tal como recordaba eso era lo que quería hacer, usar el palo con la punta de metal.
La goblin rebuscó entre los utensilios de minería hasta encontrar al fin un pico, lo sujetó fuertemente y se abalanzó sobre los mineros que estaban distraídos picando.
De un golpe seco, incrustó la cabeza del pico en el cráneo de uno de ellos, llegando a hundirlo hasta la madera del mango. Girando apoyada en el pico se lanzó sobre el otro minero y abriendo sus fauces, llegando a desafiar incluso las leyes de la anatomía goblin, atrapó la nuez del otro minero.
Wub Wub forcejeaba con el minero, sin soltar para nada el cuello de su víctima.
El minero trataba de deshacerse de la goblin, pero ésta era demasiado escurridiza. Emitió un ronco aullido y se desplomó sobre el suelo.
Wub Wub cerró aún más sus dientes hasta que escuchó un chasquido, le había arrancado la nuez al desdichado minero. Sin apenas masticarla la engulló y se relamió la sangre que cubrían sus labios y barbilla.
Wub Wub miró a su alrededor, parecía que eso del palo era divertido, pero necesitaba entretenerse más…
Apoyó su pie en el cuello del minero y con todas sus fuerzas consiguió extraer el pico de la cabeza, saltaron algunas esquirlas del cráneo.
Observó la punta del pico, un pegote de pelos ensangrentados lo cubrían, con alguna astilla del cráneo adherida.
Lo llevó hacia su cara y lo recorrió con su lengua, recreándose en el sabor peculiar de la sangre.
Fue entonces cuando recordó a los hombres que parecen mujeres que gritan en la taberna, cuando terminaban de gritar y de soplar por una cosa la gente les daba monedas.
Eso iba a hacer, una cosa de esas de soplar.
Tras unos minutos pensando cómo hacerlo, por fin había tenido una idea.
Wub Wub sacó su oxidado cuchillo de metal y lo hundió en el abdomen de uno de los mineros, con cuidado fue recorriendo el lateral de la cavidad abdominal, tratando de no cortar la parte central de la barriga.
Cuando hubo terminado de rodear el abdomen guardó su cuchillo en el zurrón tras lamerlo gustosamente.
Hundió sus manos dentro del abdomen y con sus uñas comenzó a separar la cubierta que había cortado.
Una vez separada la dejó a su lado y contempló el interior del minero. La visión de un sinfín de órganos al aire libre la sedujo.
Metió sus manos entre la maraña de órganos hasta que dio con lo que buscaba, apartó algunas vísceras que le dificultaban la tarea.
Sacó sus manos por fin y con lo que deseaba, una bolsa visceral con dos orificios, si no le fallaba mal la memoria, algo así llevaba el señor con voz de señora.
Se lo colocó sobre su hombro derecho y acercó un orificio a su boca, mientras que el restante lo orientó hacia el aire.
Y aspiró con todas sus fuerzas, multitud de tropezones, sustancias viscosas y no tan viscosas inundaron su boca.
Sin pensárselo, masticó rápidamente y lo engulló todo.
Wub Wub, algo decepcionada por no haber emitido ningún sonido, observó la víscera, algo había hecho mal.
Wub Wub cogió aire y sopló a través del orificio, fue entonces cuando por fin emitió un sonido que le recordaba a sus flatulencias y despidió por el otro orificio un salpicón de liquido marrón con pequeñas heces.
Wub Wub contempló la pared de la cueva, ahora salpicada por un agua viscosa marrón, rebuscó entre la salpicadura algún trozo algo más sólido que llevarse a la boca.
La goblin estaba feliz, había conseguido fabricarse una cosa de esas que hace ruido y usan los hombres que gritan como mujeres, será sin duda la envidia de todos cuando vuelva a la taberna.
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