Con gran tristeza en mi corazon, abandono el Ejercito de Galador. Muchos recuerdos dejo atras, grandes amigos y trepidantes azañas, pero hace tiempo que mi vida avanza en otra direccion.

Hace mucho tiempo, ayudando a Thrugg, un joven y animoso orco que luego se haria con el poder en la Fortaleza de Golthur, a expulsar unos invasores de sus tierras, me sucedio algo que cambiaria mi vida para siempre.

Uno de los invasores, un explorador de mirada inteligente y andares felinos, portaba un objeto unico, una espada antigua y tremendamente poderosa, cuya inmensa personalidad me inundo de pronto, produciendome un escalofrio al oir una voz que me hablaba dentro de mi cabeza. Por fin conoci el miedo, el verdadero terror, que no habia conocido nunca pese a enfrentarme a terribles enemigos.

Un miedo frio. Miedo a la espada.

Y a la vez deseo, avaricia. Aquella espada debia ser mia.

La espada me hablo. Me narro de sus origenes y me aseguro ser la espada del mal absoluto, forjada para destruir el bien, para acabar con los seguidores de Eralie y levantar los cimientos de un nuevo Imperio de maldad. Presencie la destruccion de Kattak y Takome, vi a mis enemigos muertos, y sus cabezas colgando de mi cintura… y en mi mano vi la espada. La espada me llamo, me susurro… me esclavizo.

Tras una terrible batalla, Thrugg y yo nos vimos obligados a retirarnos, y el portador de la espada huyo, perdiendo la oportunidad de hacerla mia. Pese a todos mis intentos por recuperarla, las fortunas me negaron mi destino. Finalmente el impio portador fue abatido, y el objeto desaparecio sin dejar rastro.

Pero la espada del mal absoluto sigue dominando mi mente. Mis sueños tornaron pesadillas desde aquel dia, y mi espiritu no descansa tranquilo. Desconozco si lo que la voz me mostro es cierto o no, pero no descansare hasta descubrirlo. Recorrere los Reinos hasta acabar mi busqueda de la espada… o fallecere en el intento.

Mi busqueda ha dado comienzo.

Mujamor Amrok.