Hubo un tiempo, no muy lejano, pero ya olvidado, en el que habitó en Eloras una peculiar familia. Sus miembros, a pesar de tener diferentes y muy distintas edades y ser de procedencias diversas, se llamaban entre ellos hermanos. Su carácter risueño y alegre, junto con unas cualidades casi innatas en el arte de hacer «desaparecer» objetos, les hacia ganar prontamente la confianza de las gentes con las que se encontraban, para luego «conseguir» lo mejor de ellas.
Este tipo de prácticas, auque no eran malintencionadas (basaban su sustento en el comercio y necesitaban mercancías con las que comerciar), no terminaba de gustar a las gentes de las diferentes ciudades que visitaban. Con el tiempo, acabaron produciéndose altercados, e incluso a algunos de sus miembros se les llego a acusar de algo tan despreciable como robar y fueron encarcelados (acusaciones, todo sea dicho, falsas, ellos las negaron siempre, y nunca hubo pruebas).
Todo esto traía de cabeza a los gobernantes de las diferentes ciudades, pues les ponía en un compromiso serio. Por una lado, se veían en la necesidad de expulsarlos de sus ciudades para calmar a sus ciudadanos, pero por otro, la mayoría de ellos, se beneficiaban de manera notable de las actividades comerciales de esta familia y no deseaban perder esos beneficios, además muchos de ellos dominaban casi a la perfección las artes del subterfugio, lo que les convertía en excelentes espías en caso de necesidad.
Los gobernantes y los miembros más ancianos de la familia se reunieron para tratar de alcanzar una solución satisfactoria para todos. Tras largas y divertidas reuniones, con la, por supuesta, desaparición de algún que otro objeto, los ancianos decidieron ofrecer a esos gobernantes un trato que aceptaron. Estos dejarían libres a los miembros de su familia encarcelados bajo promesa de no entrar mas en sus ciudades, y a cambio les prometieron exóticos y abundantes tesoros, pues ya habían enviado a algunos de sus hermanos mas jóvenes a viajar a las lejanas y desconocidas tierras del norte a explorar y «conseguir» nuevas mercancías, además durante el tiempo que tardasen en traerles los tesoros, los miembros de la familia se comprometían a quedarse en Eloras, así las gentes se calmarían y dejarían de estar inquietos por la presencia de los Palasaca entre sus calles y cerca de sus bolsillos.
Esta situación, de no poder entrar en las ciudades, en realidad a los Palasaca no les importo demasiado, pues ya tenían planeado migrar a través de los mares a lejanas tierras, en busca de nuevas aventuras para los mas jóvenes y un mas que merecido reposo a los mas ancianos.
Pero quiso la casualidad o el destino que estos jóvenes exploradores, no regresaran, y los miembros de su familia, cansados e inquietos (permanecer en Eloras mucho tiempo les consumía), decidieron partir para ya nunca volver, sin esperar a sus jóvenes exploradores. Y así fue como el apellido Palasaca calló en el olvido entre los habitantes de Eirea.
Quizás a estas alturas os estéis preguntando que paso con esos jóvenes exploradores, pues bien, algunos dicen que fueron devorados por temibles criaturas, otros que fueron arrestados y torturados por los ejércitos de Seldar, otros que se perdieron y ya nunca supieron regresar, pero nada de eso es cierto. En realidad estos jóvenes exploradores, regresaron sanos y salvos, y habiendo disfrutado de sus exploraciones, pero lo hicieron tarde, cuando su familia ya se había marchado, y ellos no tenían mucha intención de ir en su busca, eran jóvenes, disfrutaban de la vida, y no querían embarcarse en un largo viaje a lejanas tierras, dejando su amada Eloras atrás. Pero también sabían, que su apellido les acarrearía problemas, así que decidieron renunciar por una temporada a él, intentado así pasar desapercibidos. Se mezclaron entre las gentes, convivieron en paz procurando no armar mucho revuelo, reanudaron las actividades comerciales, e incluso aprendieron los secretos de la navegación, con el fin de convertirse en expertos marineros, para poder explorar los mares en busca de su pérdida familia.
Ahora, con el tiempo pasado, con viejas cuentas y malas famas olvidadas, algunos de sus miembros, vuelven a mostrarse como lo que son, hermanos miembros de una familia, la familia Palasaca.

Zaza Palasaca, hermano mayor de los Palasaca.