Durante los años de oscuridad de la 3ª un espíritu pesimista sumía los corazones de los mortales. A su entender no eran más que una sombra de lo que fueran los antiguos.
Sus héroes eran más poderosos, sus edificios más grandiosos y sus sabios más inteligentes. Durante esta Era los escasos eruditos dedicaron grandes esfuerzos a recuperar del olvido pequeños ápices de los conocimientos de antaño y los nobles despreciaban cualquier objeto de nueva creación. Esta falta de interés por las nuevas obras eclipsó las dotes creativas de los artesanos de Los Años Oscuros, y personas hábiles, que en otra época habrían ganado fama y renombre creando poderosos objetos, fueron relegados al olvido mientras los ricos gastaban fortunas en la busqueda y posterior compra de objtos antiguos.
Melladas espadas y rotas vasijas lucían como adorno en los palacios mientras artesanos tan hábiles o más que algunos antiguos derrochaban su talento creando obras mediocres que vender al pueblo llano.
Sin embargo la luz que acompañó a la llegada de la nueva era borró esas absurdas ideas de los habitantes de Eirea. Los sabios comprendieron que si los héroes actuales vencieron a tan poderoso Cubo, ellos también podrían compararse a los antiguos a los que idolatraban. Así, sin abandonar el estudio de los conocimientos perdidos, muchos dedicaron su tiempo a la investigación de unos nuevos.
Los albañiles se atrevieron a emular a los antiguos arquitectos, edificando cada vez construcciones más poderosas y los nombles, al ponerse de moda todo lo moderno, comenzaron a comprar objetos de nueva creación. Finalmente entre los artesanos, y también en todos los demás oficios, surgieron individuos exepcionalmente hábiles cuyo sueño era destacar y ponerse a la par de los artífices que antaño creasen tan poderosos objetos y tan maravillosa arte. Así, abandonando las vergüenzas de la anterior Era, los oficios productores han comenzado a crear objetos realmente útiles.