El emisario negro como la noche galopaba a través del bosque a una velocidad endiablada. Su montura era un ser diabólico también oscuro que dejaba tras de si un rastro de llamas. Al llegar a un claro se detuvo bruscamente desmontando en el mismo movimiento, golpeó el suelo con la palma de su mano y un gran agujero se materializó justo delante de él. Sin pensarlo dos veces la figura enmascarada saltó dentro del pozo perdiendose en la oscuridad.

Emisario: Señor, he estado estudiando a esos eldörian como me ordenó. El cambio social que han experimentado en los últimos tiempos ha sido sorprendente. Han abierto sus fronteras al exterior y permiten que sus aliados campen a sus anchas por sus ciudades y sus prados. Así mismo, los eldörian recorren hoy los reinos extendiendo sus conocimientos y combatiendo junto con sus aliados contra las fuerzas del mal. De todas formas hay algo que no ha cambiado en su cultura y en sus tradiciones, siguen sin aceptar que nadie que no sea de allí utilice sus cuadras y mucho menos sus caballos…