Los escasos viajeros a quienes se les permite entrar en la atalaya de Ar Mimeth cuentan que el sargento de dicho puesto se encuentra estos dias especialmente irascible, y es que despues de invertir grandes cantidades de dinero en sobornos que le permitieran organizar cazas de bandidos, ningun ciudadano de bien ha cumplido sus espectativas. No se sabe si se debe a la falta de ambicion de los miembros de mas renombre de la sociedad dendrita o, por el contrario, a la excelente labor de los reclutas que patrullan el camino y, tras morir a cientos, consiguen controlar la presencia de bandidos en los escarpados montes que recorre la Via Imperial.
Sea como sea, el papiro que el sargento colgase en su despacho con el fin de anotar aquellos mas devotos con la causa del Ejercito se encuentra vacio desde hace meses, por lo que finalmente ha desistido y los encargos que haga a partir de ahora seran mucho menos exigentes, pues pediran un numero sustancialmente menor de bandidos abatidos.

Cuan más luminosa sea la luz, más oscura será la sombra que proyecte.