Extracto de las Crónicas de Gedeon (cont.)
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El Panteón está agitado últimamente. Veo como el reinado del terror de los
orcos se tambalea tras las recientes catástrofes provinientes de las
entrañas de Eirea. Muchos entes, cuya naturaleza se escapa a la consciencia
y comprensión de los mortales, comparten el temor y el nerviosismo del
Ejército Negro. El lector perspicaz ya se habrá percatado de que me
refiero a la fuente prima de poder de Golthur, los Ancestros. Poco saben
los mortales de su origen.
Cuando, líneas atrás, mencionaba la caída de Lord Gurthang, no me extendí
mencionando que fueron los Ancestros quienes «ocuparon», básicamente, su
Trono de la Guerra. Fue así bajo los designios del nuevo Padre de los
Demonios, que colocó a sus Seis Ancestros al mando de todo el poder del
reino planar de los Demonios. Los Ancestros, que antes obedecían ordenes -en
última instancia- de Lord Gurthang, fueron durante largos años el obsequio
que éste otorgó a sus Shamanes -aunque realmente fue un obsequio a sí mismo,
que gozaba viendo la destrucción que sus criaturas repartían por Eirea-.
Tras la caída de Gurthang, sólo obedecían al shaman que le sucedió.
En líneas generales, ésto fue lo que aconteció. Pues bien, la llegada de
la Sombra del Balrog ha desatado no sólo nerviosismo entre sus víctimas
(calzinadas, destrozadas y despedazadas), sino también entre los Ancestros,
que han visto cómo el reino enterrado de Gurthang -en el que se incluyen
otras criaturas, aparte del Balrog, y de mucho mayor poder- ha sido,
aparentemente, abierto; lo cual explica el regreso del Balrog. Los Ancestros
temen que otras criaturas puedan escapar de su cautiverio, especialmente
si se trata de su antiguo Señor, del antiguo Padre de los Demonios.

El paradero de Gurthang y su séquito de demonios prisioneros es, a día
de hoy, ilocalizable. Pero en el Panteón todos temen que, tarde o temprano, y
probablemente con la ayuda de seres del Primer Plano Material, el Señor de

la Guerra vuelva a ocupar su Trono, y vuelva a someter a los Seis Ancestros
para el beneficio de sus adoradores.