El exilio de Thrugelthor ha sido votado negativamente. Tras arduas discusiones y una reñida votación el Khazad Dum Uzbad Thrugelthor no será expulsado.
Se consideraron como agravantes el ataque a ciudadanos de Takome y su condición especial de Consejero de Durin, con la cual debería haber actuado con más serenidad.
Y se consideraron también hechos como que un takomita (Malack) ayudó a un asesino de enanos (Grugni) en Anduar y se actuó en una situación de tensión, que Thrugelthor ha sido un heróico defensor del reino de Kheleb durante mucho tiempo y que ya ha sufrido castigo siendo asesinado en Veleiron a manos de Sdrovia y Yarus.

A su vez Thrugelthor ha sido expulsado del Consejo de Kheleb Dum, y comprendiendo su error, ha decidido no presentarse en estas elecciones que se están celebrando.

Creo que no existen más motivos para que Takome busque la guerra con el reino de Kheleb. Al menos no motivos claros: tal vez el cierre de la ciudad de Kheleb Dum a extranjeros, y con ello de sus minas, pasajes, cavernas, asentamientos duergars y el acceso al Laboratorio de Nimrath sean los verdaderos motivos para la ira de Takome hacia otros eralies.

Los miembros del reino de Kheleb (Kheleb Dum y Kattak) no desean la guerra con Takome. Lo hemos dicho una vez y lo repetiremos las veces que hagan falta. Entendemos que puedan considerar a los atacantes a Takome como enemigos y los busquen para darles castigo. Están en su derecho (siempre y cuando sean fueran de nuestras fronteras). Pero enfrentar a nuestros pueblos solo por el deseo de venganza me parece excesivo.

Además, la nueva legislación del reino de Kheleb está en proceso de desarrollo, y todos estos casos quedarán claramente definidos, tanto de ataques de nuestros ciudadanos como de extranjeros, incluyendo las penas y castigos.

Estimado Godalf, ya que usted encabeza la ira de Takome contra los enanos de Kheleb Dum (ya que incitan a los kattenses a romper la Alianza de Durin de una manera muy irresponsable), comprenda nuestros argumentos y vea que esta guerra no puede llegar a buen fin, y que sólo envenenará para siempre las relaciones entre nuestros pueblos. Está en su mano recoger este brazo que le ofrecemos.

Erika Echoriath, la Consejera de Ópalo