A veces, la cosa más intrascendente, puede dar la vuelta a la historia de una vida. Tal vez esto, haya sido lo que le ocurrió a Dimmu Doom’Occulta.
Una ligera inclinación en el terreno fue suficiente para provocar el extraño comienzo de la vida de Dimmu. Un pequeño temblor de tierra, su desencadenante. El huevo rodó fosos abajo, lo suficiente para alejarse del nido en el que reposaban sus futuros hermanos. Procedía de una ovada de Ylhinof y Pentesilea, una buena ovada como suele ser, pues nadie duda de la fertilidad y el noble linage de los Doom’Occulta. Se detuvo en un rincón, donde nadie pudo verlo, y apenas se echó en falta, ya que perder crías es algo bastante normal allá por Grimoszk antes de que éstas salgan a la superficie. Allí, reposó ajeno al resto del mundo.
Todos los lagartos nacen algo perdidos. No saben donde están, no saben quién les rodea y no saben qué les espera. Los más afortunados, son buscados poco despues de nacer por sus padres, y comienzan su vida en el poblado. Los menos, mueren devorados por alimañas que se adentran en los fosos. Dimmu, estaba en el término medio. Nadie fue a buscarlo, pero por suerte, nada le encontró, y consiguió salir de los fosos, evitar las crías de basilisco, y llegar a su nuevo hogar: las catacumbas. Los espectros y esqueletos que allí se encontró, lo dejaron moribundo, y sólo pudo huir y refugiarse… tras una tumba. Subsistió a base de ratas, y de vez en cuando juntaba el valor de intentar salir de aquel pútrido lugar, pero cada intento, era un fracaso más. Allí, esperó, perdiendo la cuenta de los meses sin día que pasaba entre los muertos.
Dimmu se sobresaltó al escuchar un chasquido. No era normal que los esqueletos se aproximasen a la tumba. Temblando, escudriñó la zona, pero no encontró nada, sin embargo, algo le encontró a él. De entre las sombras, con gesto extrañado, surgió una figura. Dimmu lo percibió, llevaba allí un rato observándole, pero no se había dejado ver hasta ahora. Poco a poco su cara de miedo se transformó en asombro, al ver un ser parecido a él, que se acercó lentamente, le tendió la mano y le susurró: ‘Me llamo Saffron. No temas. Te sacaré de aquí’. Y así lo hizo, ya no estaba solo, y poco después se abría ante él un nuevo mundo, cegador al principio, bello después. La ciudad de Grimoszk era algo con lo que jamás hubiera soñado, un lugar donde no debía temer moverse, un lugar menos sombrío, con gente como él, caminando por las calles. El lugar que amaría por encima de todo. O casi todo. Y allí, conoció a sus hermanos lagartos, se hizo más fuerte y se maravilló ante el poder del Patriarca, de los Generales y los Consejeros, y ante todo de Ozomatli, su Dios.
Cuando llegó a ser un joven guerrero lagarto, pasear por sus ‘temibles’ catacumbas, no le inspiraba temor y pelearse con los esclavos, ya no suponía un reto. Había decidido ser minero, pues había pocos por la ciudad y sentía que así podría contribuir con algo a su amada Grimoszk. Decidió coger su tridente y su pico, y partir a un bosque del que le habían hablado donde podría entrenarse y sacar mineral para su ciudad. Allí, se hizo poderoso y sabio en su oficio, y tras largo tiempo, regresó a Grimoszk para quedarse.
Vivió la época más tranquila de su vida. Sus ocupaciones, eran traer armas y armaduras, conseguir algo de dinero, y ayudar a los jóvenes lagartos. Quería darles lo que él no pudo tener hasta muy tarde. Para Dimmu, todos eran sus hermanos. Él estaba bien con la vida que llevaba, no tenía demasiados enfrentamientos, había acumulado gran cantidad de dinero y empezaba a ser conocido en la ciudad. Pero un día eso cambió. Ylhinof, entendió algo: hacía muchos años un huevo había desaparecido, no es que nunca hubiese perdido un hijo, pero no había restos de la cáscara y eso le extrañó, tal vez por instinto, reconoció a su hijo perdido, y con gran honor, Dimmu fue aceptado en la familia del General. Los grandes lagartos de Grimoszk, le permitieron acompañarles en una aventura sin precedentes para el joven incursor: la caza de un Dragón. El camino hacia el volcán del dragón fue largo y en él pudo ver lugares que no conocía y nuevas gentes, despertando gran curiosidad en su interior. Y allí, mientras luchaban contra la criatura, fue cuando Dimmu decidió que dejaría por segunda vez Zulk, para conocer el mundo y sus habitantes.
Dimmu visitó la isla de Keel, las tierras de Golthur, el bosque de Thorin, la ciudad de los semi-elfos, los dominios de los enanos, quedó aislado en montañas, perdido en bosques, vio gente de todas razas, e hizo amigos y enemigos. Y finalmente, volvió, más fuerte, mucho más sabio y con un objetivo: llegar a ser General de Grimoszk. Tuvo suerte, el General Shalghul, uno de los ciudadanos más apreciados por Dimmu, se marchaba a Anduar, a unirse a la guarida Nivrim, lo que le dio la oportunidad de presentarse como aspirante al puesto que dejaba atrás. Eran malos tiempos para Grimoszk, los guerreros poderosos, habían partido a lugares lejanos y el Patriarca tomó la decisión de nombrar general a Dimmu, sin que hubiese luchado por el puesto. Esto supuso un gran pesar para Dimmu, que dudó si merecía tal honor. Y allí, Dimmu pasó a ser General de Grimoszk, pensando equivocadamente que tenía mucho que aportar a la ciudad, cuando en realidad sería la ciudad la que le aportaría todo a él.
Si bien Dimmu siempre había estado dispuesto a darlo todo por su ciudad y sus hermanos lagartos, ahora sentía la necesidad no sólo de darlo, sino de ser el primero en darlo. Se lanzó a todo tipo de batallas, de las que afortunadamente solía salir bien parado. Intentó aleccionar a los reclutas, pero su pasado le frenaba a la hora de aplicar mano dura. Sólo después de que Ylhinof le inculcara la esencia de lo que representa ser General, se hizo duro, y se ganó cierto respeto. Su devoción a Ozomatli y a Grimoszk siempre le impulsaron a hacer bien su cometido, aunque eso supuso para él renunciar a ciertos ‘placeres carnales’… Hay quien dirá que es fanático hasta su última escama… y ciertamente, lo es.

Y es aquí, en Eirea, donde Dimmu Doom’Occulta continúa su vida, y así seguirá siendo, mientras Ozomatli así lo quiera.

Dimmu DoomOcculta, General de Grimoszk