De repente, notas una sobrecogedora ausencia…

Un ténue y profundo murmullo ha desaparecido de la superficie de Dalaensar: era el monótono rumor del Cubo Negro que, desde hace varias semanas, flota impertérrito varios kilómetros al norte de Anduar. El suelo que pisas parece ahora más sólido que nunca, libre ya del ténue vibrar provocado por la presencia del Cubo, al que todos estaban acostumbrados.

Nada parece suceder ahora; el desconcierto de los lugareños, ya habituados al grave sonido, es palpable. Te sientes frágil y vulnerable ante una amenaza que no sabrías identificar.

Una súbita sacudida se origina en el Cubo Negro y se extiende hasta los confines de Eirea, y su paso deja el eco de los gritos de los hechiceros del Mal. El ambiente se torna borroso y el cielo se tiñe de color aguamarina. Velian parece apagarse lentamente.

El Cubo Negro emite varios destellos verdosos, y Velian desaparece completamente del firmamento. El pánico se apodera de Dendra; los hechiceros de Mor Groddûr, desquiciados, huyen a las profundidades del Mor Thaurnàr; pero el daño es más grande si cabe en Al-qualanda, el cimiento de la civilización orga se esfuma ante los atónitos ojos de los consejeros, que sucumben también al pueril pánico.

Apenas recuperada Eirea del primer impacto, una segunda sacudida brota del Cubro Negro y se extiende hasta los confines de Eirea, pero a su paso deja ahora el eco de los gritos de los hechiceros del Bien. El ambiente se torna borroso y el cielo se tiñe de color gris, Argan parece apagarse lentamente.

El Cubo Negro emite varios pulsos blanquecinos, y Argan desaparece completamente del firmamento. Las ciudades de Eralie se suman al terror ante una hecatombe inminente, la esencia de la magia deja de funcionar correctamente y el descontrol se apodera de las masas, que dan comienzo a los primeros saqueos.

Una luz blanca empieza a la a gran velocidad, multiplicándose e intrincándose, ramificandose y reproduciéndose, hasta que lentamente cubre todo el firmamento de Eirea. El planeta se ve ahora envuelto por una brillante red blanca, nacida del misterioso cubo extraplanario, y objeto de las miradas aterradas de los ciudadanos del Eirea, que corren en busca de refugio, seguros ya de que lo peor está por venir.

Y entonces, la luz. La luz que alumbró Eirea desde los albores de la 1ª Edad, empieza a desaparecer. El reino animal se suma al incipiente estado de espanto colectivo. Poco a poco, un manto de oscuridad colma los cielos de Eirea, de los que sólo se ve el entramado de brillante luz blanca que brotó del Cubo Negro. Te sientes preso en una enorme jaula.

Un Heraldo de los Dioses desciende suavemente de los cielos acompañado de un estruendo cacofónico de trompetas desafinadas; su belleza femenina no guardaría parangón de no ser por su apariencia mutilada: dos vetas de sangre brotan de sus ojos azules y alcanzan su delicada túnica de impoluto resplandor blanco; bañadas en esas lágrimas de sangre están también sus alas, hechas jirones como si hubiesen sido víctimas de las brutales dentelladas de un alimaña. Sus cabellos blancos están adornados con una corona de laureles, y con una de sus manos blande una lanza de temible aspecto.

El Heraldo de los Dioses anuncia con voz celestial: Mortales, el Fin de la 3ª Era se aproxima

El Heraldo de los Dioses anuncia con voz celestial: Os anuncio, también, que éste puede ser el Fin de los Días

La voz, atendida con terror en todo el continente, promueve el clímax de la desesperación y la histeria de las masas. Ves gente corriendo a tu alrededor, huyendo de la figura que descendió del firmamento por luz enredado. Tú, en cambio, permaneces sin moverte un ápice, contemplando al mensajero de los dioses.

El Heraldo de los Dioses anuncia con voz celestial: Seldar, Eralie, Draifeth, Gurthang, Ozomatli, Burzvash, Gedeon, Hiros, Izgraull, Khaol, Livernia, Narbhae, Nirvë, Spp y Valkar son los Dioses de Eirea, y se hayan reunidos en las Estancias Celestiales, debatiendo asuntos de vital importancia. Y yo soy su Heraldo, y en su nombre os hablo.

El Heraldo de los Dioses anuncia con voz celestial: Es la primera vez en milenios que las deidades mayores, neutrales y menores se reunen en Divino Concilio, y no es para menos, pues una amenaza se cierne sobre vuestro mundo, y por culpa de vuestra pasividad, ahora es demasiado tarde.

El Heraldo de los Dioses anuncia con voz celestial: Esta entidad, este cubo de oscuridad perpetua que muchos habréis contemplado ya, proviene del Plano Antimaterial, un oscuro reflejo del multiverso en el que todos nos encontramos, un caótico charco donde todos nosotros estamos reflejados; allí gobiernan la Antimateria, la Antimagia, y la negación de todos los elementos presentes no sólo en el Primer Plano Material, sino en el resto de planos que conforman nuestro multiverso.

El Heraldo de los Dioses anuncia con voz celestial: Ha desgarrado el tejido interplanario aprovechándose de la paradoja del espacio y del tiempo que aconteció hará ya varios meses, y por la que todos vosotros sufrísteis algo semejante a una reversión al «Yo del pasado». Ese déjà vu que padecisteis no fue sino una terrible singularidad en los sustentos debeneficio.

El Heraldo de los Dioses anuncia con voz celestial: Para una entidad mayor de Antimateria, los recursos que forman nuestro mundo son un exquisito y muy codiciado manjar, y se alimentará de ellos hasta hacer desaparecer toda la Magia y toda la Luz, hasta reducir al Primer Plano Material a una yerma y desolada extensión, donde la magia -primero- y la vida -después- ya nunca más serán posibles.

El Heraldo de los Dioses anuncia con voz celestial: La naturaleza de los Dioses no les da poder alguno sobre la del Cubo Negro, que no es sino la negación de la suya propia. Pero no es momento de sucumbir al miedo. Hoy, los mortales tenéis en vuestras manos la continuidad del Mundo tal y como lo conocéis. Y yo, Heraldo de los Dioses, he venido como único nexo entre lo divino y lo mundano, para ayudaros.

El Heraldo de los Dioses anuncia con voz celestial: Es menester devolver esta entidad a su lugar de origen para que el flujo de la magia se restituya, y ésta recupere su fuerza.

La malherida figura del Heraldo de los Dioses desciende hasta algún punto cercano al Cubo Negro. Parece que es hora de que los Héroes de Eirea acudan a su llamada y dejen atrás sus guerras, en pos de la continuidad de la existencia.

El Heraldo de los Dioses anuncia con voz celestial: Heroes de Leyenda, atended mi mandato, que no es sino el mandato de todas y cada una de vuestras deidades, o afrontad vuestra propia destrucción.

¡Ha dado comienzo la aventura: «Transición a la 4ª Edad: El Renacimiento de la Magia»!

Una terrible nube de enfermedad se arremolina sobre la torre del Sy-Gobernador de Galador y lanza un terrible relámpago que impacta contra la ciudadela… acto seguido la nube desaparece.

Nota importante: el Heraldo de los Dioses no estará presente de forma constante en Eirea, ya que deberá retornar al cielo para retomar sus menesteres. No obstante, la aventura podrá seguir desarrollándose casi en su totalidad.