– Inútil! Te he dicho que me lleves ante Grugahj!!
La suela de la bota impacto brutalmente contra la ya destrozada cara del guardia goblin salpicando chorros
de sangre negruzca por todos lados. Unas ultimas pompas surgieron entre el charco de sangre que manaba de
la garganta del cuerpo indicando el final de su patética vida. La figura encapuchada se giró hacia el segundo
guardia esperando una respuesta a sus exigencias.
– No sabemos a quién te refieres. Nosot… yo solo soy un guardia. No conozco a ningún Grugahj.
El puño del desconocido agarro como un relámpago la pechera del guardia haciendo que los pies empezaran a
despegarse del suelo conforme lo levantaba en el aire.
– ¿Intentas burlarte de mi escoria? Llévame ante Grugahj GarraGris AHORA!
Furia e ira envolvían cada mandato en lengua negra de aquel extraño desconocido.
– No conozco a nadie así. Hace años que no hay ningún GarraGris en la torre.
Un chorro de meado empezó a gotear por la pierna del guardia goblin indicando la veracidad de sus palabras.
– Mierda. Ese maldito gilipollas no supo seguir vivo ni un año…
Por un momento el tono de voz del extranjero se relajó abandonando la ira que albergaban sus palabras mientras
soltaba al guardia goblin. El guardia cayó al suelo torpemente tropezándose con sus propias piernas por el miedo
que invadía su cuerpo. El desconocido se inclinó y miro fijamente a los ojos del guardia al tiempo que su
palabras eran envueltas en un aura de cordialidad:
– ¿Sabes quién soy yo?
Las palabras del guardia temblaban mas que sus propias y apenas podían sostenerse en el aire.
– No. No lo se. No te conozco. No sé quién eres. Ni tu, ni ese Grugahj del que me hablas.
Una sonrisa de satisfacción apareció entre las sombras del rostro encapuchado
– ¿Y tú? ¿Sabes quién eres tú?
Los ojos del guardia se abrieron ampliamente, miraron atónitos el rostro del desconocido. Desde luego no se esperaba
esa pregunta
– Yo… Yo solo soy un guardia. No… No soy nadie.
Las palabras del desconocido penetraron en el cerebro del guardia tan rápido como su puñal hizo lo mismo en su garganta.
– Exacto. No eres nadie .
La figura del desconocido se incorporó y empiezo a ascender el oscuro sendero que dirigía a la montaña mientras la
oscura silueta de la torre negra se elevaban en el horizonte.
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