El elevado paro del Imperio de Dendra, debido a las irritantes cifras de pobreza y analfabetismo entre la plebe, estaba causando problemas económicos a Keltur Vorgash. La moneda no era estable y si la moneda no es estable, la inversión externa cae en picado.

Con unas minas de oro agotadas y un Imperio con un gasto diario astronómico, Dendra no podía permitirse esta situación durante más tiempo, por lo que la cupula nobiliar se junto en un concilio extraordinario pata intentar encontrar una solución al problema.

El Emperador cedía la palabra, uno a uno, a los ambiciosos nobles que presentaban sus estrafalarias ideas en un intento de impresionar a sus allegados y al propio emperador. Ideas que iban desde exportar pobres como comida procesada hasta matarlos a todos para así eliminar efectivamente el paro.

Si bien Vorgash no era un nombre especialmente misericordioso, asesinar a centenares de miles de personas para reducir el paro no sería una buena solución, ya que causaría demasiados gastos y los mercados no suelen confiar en un Imperio que asesina, de la noche a la mañana, a un tercio de su población.

Tras horas de exposiciones inútiles, las palabras que un vulgar soldaducho compartió con sus compañeros en un momento de relajación fueron las que dieron al comité allí reunido la idea final. Por supuesto, el soldado fue posteriomente ejecutado por hablar en un momento tan inoportuno, pero su idea de «poner a esos perros a trabajar» fue aceptada.

Si los mercados tienen miedo de la gran tasa de paro, ¿por qué no drar trabajo a todos los pobres?, ¿y si, sencillamente, se obliga a toda la población a tomar trabajos forzosos a cambio de un salario lo suficientemente bajo como para que no suponga un gasto relevante? Solo haría falta una buena motivación para que los plebeyos obedeciesen la ley y la Inquisición nunca había fallado en ese tipo de cosas. Además, de esta forma, seguro que había tareas mundanas que podían delegarse en plebeyos y, de esta forma, evitar poner en marcha la mastodóntica y costosa burocrática Imperial.

Así fue como se formo el Ministerio de Trabajo; un organismo burocrático que desplegó por Galador, Ysalonna, Brenoic y Allel centros de «reeducación laboral» donde se sugería a los habitantes locales llevar a cabo tareas suicidas o que serían demasiado costosas para el Imperio de contratar mano de obra de forma «legal». La muerte personal o familiar resultó ser un gran motvador y, como consecuencia de todas las medidas, la tasa de paro del Imperio cayó hasta casi un 0% efectivo. Pronto las oficinas del Ministerio de Trabajo pasaron a ser conocidas como «concentradores de esclavizamiento».

Todo volvía a funcionar. La financiación del Imperio de Dendra continuaba en marcha y la población estaba bajo control. Los mercados continuaban exportando en la gran burbuja financiera que el mismo Vorgash se había cocinado y el orden natural de las cosas en Dendra volvia a su sitio: los pobres eran oprimidos, los ricos cada vez eran más ricos y la fuerza militar del Emperador no cesaba de crecer.