Me dirijo a vosotros porque mi vida se adentra en una nueva era. Mi infancia y mi juventud han transcurrido en los territorios de Kattak alrededores, de donde es nativa mi madre. He defendido esas tierras acompañando a los testarudos enanos, de quienes he aprendido a ser tenaz y no rendirme, a defender a los míos a cualquier precio. Trataba de ser distinto a mi padre. Trataba de ser yo mismo, de ser amable y gentil, de ayudar a las gentes hasta en lo más mínimo. Pero la batalla cambia la forma de ser de cualquiera. He visto a las criaturas del mal acercándose cada vez más a la gente honesta a la que trato de proteger. Y poco a poco el alma se endurece, y se ven otras metas para un Caballero.
Siendo así que he llegado a ver a mi padre, Lord Pherdinand de Takome, a quien antes consideraba un alguien severo y poco comprensivo, un hombre estricto e inflexible, de otra forma. Ahora es un modelo para mí. La disciplina y la eficacia en combate son mis guías, es el camino que debe seguir un Caballero de Eralie. Las tareas de ayudar a los débiles y desamparados directamente, debe recaer más bien en los Sacerdotes de Eralie. Como Paladín he jurado defender las leyes, las leyes son lo que nos diferencia de criaturas inferiores como los orcos. Las buenas leyes, pensadas por hombres sabios y justos, son lo que nos diferencian de la maldad de Galador, pues nuestras leyes estan pensadas para cuidar de nuestros Conciudadanos, no para hundirles en la miseria y aprovecharnos de nuestro poder, como hacen en Dendra. Así pues nuestras leyes, inspiradas por Eralie, son buenas y auténticas, y los Caballeros debemos respaldarlas hasta el fin, sin distinciones, y a rajatabla.
Por tanto he decidido que mi infancia y mi juventud han quedado atrás, y aunque Kattak sigo considerandola como una ciudad de buenas gentes que debo defender, ahora voy a esforzarme en mejorar mi vida como ciudadano de Takome, en memoria de mi padre, y porque es lo que me dice Eralie. Ganaré el respeto y la admiración de las gentes de Takome, y refundaré la Orden de la Sangre, donde nuestra legislación tenga la importancia que debe tener, y los Caballeros den su Sangre por aquello en lo que creen, sin vacilación y sin miedo.
Un saludo de Ymhadar, Alto Paladín de la Verdad.
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