Voy a puntualizar algunas cosas acerca del nuevo sistema de invocaciones
de las que quizá no os hayáis percatado a simple vista leyendo la ayuda.
Sí, es fácil acceder hasta el círculo máximo de invocaciones (el 6º) por
nivel, pues como ya sabéis, a partir de nivel 30 no se avanza ni se obtiene
ningún tipo de «premio». Por eso, a nivel 30, un Shamán ya está capacitado
para invocar criaturas tan poderosas como las del 6º círculo.
Lo más importante -más que el nivel- son los puntos de fé. Por eso, que no
os extrañe que haya un Shamán de nivel 5 que pueda invocar criaturas más
poderosas que las que pueda invocar un Shamán de nivel 92.
La cantidad de puntos de fé necesarios para invocar a las criaturas de un
círculo determinado aumenta según aumente el número del círculo, y si se
invocan Ancestros (los «jefes» del círculo) en lugar de Espíritus, muchísimo
más.
No apuntéis tan alto, pensad que para invocar a criaturas del 6º círculo
vais a tener que sudar muchos, muchísimos puntos de fé. Pero no será tanto
como subir a nivel 51 en el antiguo 23.
Otras cosas. Las invocaciones obedecen a quien más puntos de fé tenga. Si
hay un Shamán que tiene a Jorlag invocado, y tú lo invocas y tienes más
puntos de fé que él, se irá contigo y dejará al otro colgado. Si no tienes
puntos de fé, o estás repudiado por tu deidad, más te valdría no invocar.
Hay sorpresas. Malas, pero no mortíferas.
Las invocaciones tienen memoria. No os van a pasar ni una sóla. Un tropiezo
con una invocación puede suponeros no poder invocarla más, o tener que
sudar el doble de puntos de fé para poder hacerlo. En cambio, si las tratáis
bien, y les «regaláis» muchas víctimas, vuestra relación con ella mejorará,
y ella misma os facilitará su invocación.
A veces pueden ocurrir fenómenos extraños a la hora de invocar. Son muy, muy
raros, pero pueden suceder.
Dunkelheit
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