Conocida es la avaricia de los dragones y su tesón por acumular tesoros, riquezas, rarezas u objetos que estos viles seres -en su mayoría- piensen que son de porte ostentoso.
Pero más conocida aún que la avaricia de estos reptiles es la avaricia del hombre, que sin importar quien sea su rival se plantea siempre el conseguir lo mejor.
Fruto de esta ambición, los hombres por fin derrotaron a un dragón y además de regocijarse con las montañas de oro que ganaron, se dieron cuenta del increíble material que eran las escamas de estas bestias casi-invencibles.
Desde ahora, podreis encontrar estos tesoros en el sitio más logico donde buscarlas: en el cuerpo de sus dueños.
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